Bestialidad

Israel asesinó a más de 400 palestinos el martes. Muchas mujeres y niños. Un bombardeo atroz, incesante, sacude a la franja de Gaza. Cualquier alto el fuego se antoja un mínimo paréntesis. Prevalece la voluntad del despiadado Benjamín Netanyahu; ¿cómo puede mantener semejante matanza sin pestañear, sin apelarle la conciencia por un momento? Llevamos meses de barbarie en los que han muerto más de 40.000 personas. Más que el aforo completo del estadio de Gran Canaria en Siete Palmas, junto al Centro Insular de Deportes de la avenida Marítima. Digo esto, para que se hagan una idea mental del número de víctimas.

El odio lleva a más odio. El rencor germina más mal del que ‘per se’ lo estimula. ¿Dónde está la comunidad internacional? No se altera ante Israel. Dejan que Netanyahu haga y deshaga. La Organización de Naciones Unidas (ONU) es incapaz de contener este genocidio. El pueblo palestino está indefenso. Es deleznable el terrorismo de Hamás. Mas también hay que entender un conflicto histórico de décadas, ocupación mediante, que requiere propiciar la solución de la conformación de dos estados; la única vía posible, se antoja hasta hoy. Los que formulan un único Estado para dos pueblos, ¿cómo se haría con estos precedentes? 

Donald Trump va a seguir espoleando a Israel, sin reparos. Por eso Netanyahu siente que tiene patente de corso, y la tiene. Y proseguirá con los bombardeos en la franja de Gaza. Cuando la Administración Trump coquetea con barrer al pueblo palestino y crear en Gaza una gran zona de residencia turística y de lujo, no hay manera de visualizar un mínimo acomodo a la legítima causa de Palestina. No hay salida, aunque nos duela reconocerlo. Netanyahu, o el que le suceda, tiene el mandato de Trump para dar rienda suelta a su voracidad bélica.

Si la Administración Biden fue tibia con Israel, ahora impera el ‘trumpismo’ y la rotura del marco de las relaciones internacional que habíamos conocido desde la Segunda Guerra Mundial. Con el volantazo en la guerra de Ucrania y la aproximación ‘trumpista’ al régimen ‘putiniano’, Palestina está muy sola. Y, encima, la Unión Europea no se moja ni lo más mínimo. Ni se espera que cambie de opinión. La esperanza en Centroeuropa es el resurgir de Alemania, su nueva gran coalición entre democristianos y socialdemócratas. Pero pasarán de Palestina. Demasiada tarea tienen en Berlín, pensarán, con ver cómo se frena el abandono de Trump a Europa.