Libertador isleño

Cuando el viernes por la tarde me enteré de la concesión del Premio Canarias de Literatura de 2025 a Juan Jesús Armas Marcelo, al margen de la alegría de un tributo merecidísimo, me asaltó por un instante la duda de si ya no lo tenía. No, obviamente, porque si se lo dan es porque nunca lo tuvo, sino por esa cosa de que daba (casi) por descontado que lo atesoraba. Otra prueba más de que se ha cumplido con un reconocimiento de justicia. Armas Marcelo es un isleño de largo aliento, pero ha sufrido el dilema de la marcha de la ínsula en un momento vital que le ha arrastrado de por vida. Las canarias y los canarios lo conocemos, si no por nosotros, mediante terceros. La isla te lanza y te contrae, y lo hace en toda la existencia.

Armas Marcelo y Jerónimo Saavedra compartieron conversaciones. Y el escritor, en una de estas, en un restaurante de la zona de Alcaravaneras, si no recuerdo mal, en ese mano a mano de la conversación le soltó a bocajarro la pregunta a Saavedra: ¿Hice bien en irme? Se entiende que irse de Canarias para explorar otros horizontes que lo catapultasen como escritor de renombre, tal como ha logrado. Aunque siendo unas de esas conversaciones que arroja magua. Uno de esos desahogos que se estilan en la sobremesa, cuando ya los comensales se han puesto al día, repasado acontecimientos y, entonces sí, asoman las inquietudes vitales bendecidas por las bebidas espirituosas. Pocos placeres hay mejores que una buena conversación. Saavedra hizo de confesor y le respondió que sí, que hizo bien en irse. Aunque apuesto que, con independencia del alivio momentáneo, la misma pregunta le siguió rondando al escritor hasta la fecha; por mucho que alquiles una habitación de hotel un mes en verano en el Reina Isabel para pasarlo en familia. La isla es tan poderosa… atrapa el alma.

De la obra de Armas Marcelo me quedo con ‘Réquiem habanero por Fidel’ (Alfaguara, 2014) y, desde luego, ‘La noche que Bolívar traicionó a Miranda’ (Edhasa, 2012). Cuando escribe, en pijama, suda muchísimo; es un parto para él sacar adelante una nueva publicación.

Armas Marcelo es un gran conversador. Un encantador de serpientes. Alguien al que escucharías largo y tendido en numerosas ocasiones. Un carisma, un punto sobrado, que seguro que le ayudó cuando cogió aquel avión y, al ver a la azafata, supo sobre la marcha que la quería de pareja. Dicho y hecho. En un vuelo le bastó. Enhorabuena.