
Lo ocurrido este viernes en la autovía GC-1 no fue solo un atasco monumental, fue el retrato de una mala planificación que afecta a diario a miles de ciudadanos. La expectación generada por el concierto gratuito de Maluma en el corazón de Las Palmas de Gran Canaria, junto al incendio de una microbús a la altura de Jinámar, en Telde, provocó un caos sin precedentes en la principal arteria de la isla.
La ciudad grancanaria se convirtió en un efecto embudo, donde acceder al Parque Santa Catalina era una misión casi imposible. La GC-1 se colapsó en ambos sentidos, dejando atrapados a conductores durante horas y horas, más de seis en numerosos casos, con retenciones que pasaban de Vecindario, en el sureste de la isla. Un colapso de tales dimensiones que solo encuentra comparación con el desprendimiento ocurrido tiempo atrás en La Laja, otro episodio que dejó en evidencia la fragilidad del tráfico en Gran Canaria.
Una falta de previsión inadmisible
La pregunta es inevitable: ¿se podía haber evitado? La respuesta es sí. No es la primera vez que un evento de gran magnitud coincide con un problema en la autovía. Sin embargo, las administraciones no aprendieron la lección. La falta de medidas alternativas, refuerzos en el transporte público o un plan de contingencia eficiente para evitar el colapso demuestra, una vez más, la improvisación de quienes deberían prever estos escenarios.
Los ciudadanos, desesperados, han usado las redes sociales para expresar su indignación. En medio del colapso, mientras miles de personas perdían vuelos, citas médicas o simplemente su paciencia, el séquito de Maluma era escoltado por la Policía para abrirse paso entre el caos. Un detalle que no pasó desapercibido para quienes llevaban horas atrapados: "Dos vuelos perdidos y Maluma con escolta policial. Incompetencia absoluta", se leía en uno de los muchos mensajes virales en redes.
El precio de la gratuidad: lo pagamos todos
Más allá del colapso vial, el concierto "gratuito" de Maluma ha vuelto a abrir el debate sobre el uso de fondos públicos para financiar eventos de esta envergadura. Si bien es cierto que la cultura y el ocio son esenciales en la vida de una ciudad, ¿era necesario gastar un millón de euros en un solo concierto, sin prever el impacto en la movilidad?.
Las redes también han sido el reflejo del malestar: "La ciudad celebra eufórica el concierto de Maluma, pero yo me pregunto... Un concierto que es gratis, pero que pagamos todos", expresaba un usuario en X.
No se trata de estar a favor o en contra del evento, sino de exigir responsabilidad. Si las administraciones deciden invertir en espectáculos de este calibre, al menos deberían garantizar que la ciudad no colapse en el intento.
El colapso de la GC-1 no fue una casualidad, sino el resultado de una planificación deficiente. A falta de soluciones efectivas, la ciudadanía sigue pagando con su tiempo y paciencia la falta de previsión de quienes deberían velar por el bienestar de todos.
María | Lunes, 17 de Marzo de 2025 a las 09:42:19 horas
¿Quien me pagara a mí las tres horas que llegue tarde al trabajo? Mientras a Maluma le pagan un millón de euros a mi me quitan dinero de mi trabajo por la incompetencia de los que no saben gestionar el tráfico. Pero esto no es nuevo! Desde el Goro hasta la altura de Jinamar siempre a diario hay retenciones y atascos cuando hay un accidente por más mínimo que sea. Es horrible tener que desplazarse hasta la capital en coche propio.
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