Hoy la Diputación del Común cumple 40 años. Entonces se llamaba Diputado del Común, haciendo más referencia al elemento personal. La reforma estatutaria canaria de 2018 lo cambió por Diputación del Común en aras de afianzar la igualdad. Un valor que se ha visto en 2024 potenciado con la entrada de la primera diputada: Lola Padrón. Casi cuatro décadas tuvo que trascurrir para que algo así, tan elemental, tuviese que acontecer.
Esta institución que depende del Parlamento de Canarias y emula al Defensor del Pueblo pero en el ámbito de archipiélago, ejerce la conocida magistratura de la persuasión. Intermedia entre la ciudadanía y las administraciones públicas canarias. Pero no es ningún conseguidor. A veces la razón está en favor del administrado y otras no. Desde luego, su informe anual es una radiografía de la sociedad canaria que, precisamente, evalúa los servicios esenciales del Estado del Bienestar, del autogobierno.
Hasta ahora han sido diputados del Común Luis Cobiella Cuevas, Arcadio Díaz Tejera, Fernando Giménez Navarro, Manuel Alcaide Alonso, Jerónimo Saavedra Acevedo, Rafael Yanes Mesa y Padrón. Es más, fue Saavedra el que rubricó la primera ley reguladora de la institución en 1985 como presidente del Gobierno. Paradojas del destino. Saavedra estuvo regentando el órgano con sede en Santa Cruz de La Palma desde finales de 2011 hasta mediados de 2018. Sentía La Palma como propia y, por tanto, la institución y su idiosincrasia la palpaba enseguida como jurista.
Cobiella, del que en 2025 se cumple el centenario de su nacimiento, publicó en 1993 el libro ‘Juan Canario, los derechos humanos y el Diputado del Común’, editado por el Centro de la Cultura Popular Canaria. Juan Canario es el pueblo llano. El pueblo canario siempre sujeto a las inclemencias, primero, del centralismo y el caciquismo y, después, al hecho insular del vuelva usted mañana de Mariano José de Larra. En el fondo, las dinámicas persisten. La misma ciudadanía maleada que acude a la Diputación del Común como último reducto para la defensa de sus derechos. Esencial. Sobre todo, dado el creciente desgaste de las instituciones que carcome los cimientos de la democracia representativa. Los vientos internacionales posautoritarios no auguran nada bueno. Por no mentar el neoimperialismo que asoma. Esto, de un modo u otro, incide en el conocido Occidente de cara a este siglo XXI. Sin la voz del pueblo no hay Estado de Derecho.
antoni | Miércoles, 12 de Febrero de 2025 a las 13:33:28 horas
el puesto mas inútil por estos pagos¡¡¡
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