Si José María Aznar le hizo una ‘pinza’ ideológica a Felipe González, siendo atacado el PSOE por el PP por un lado y por Julio Anguita y su IU por el otro, hoy Alberto Núñez Feijóo padece otra ‘pinza’ pero ya de carácter territorial: Vox y los nacionalismos periféricos. La misma atadura entonces del ‘felipismo’ (eso sí, ubicado en el poder) la sufre ahora Feijóo estando encima en la bancada de la oposición. La confrontación entre el nacionalismo español y los nacionalismos catalán, vasco y gallego, arrincon
a a Feijóo, estrecha enormemente su margen de maniobra. Con Vox en La Moncloa, aunque sea de segundo, no podrá entenderse el PP con el PNV y Junts.
Es más, tampoco con CC pues para Fernando Clavijo tener a Santiago Abascal de vicepresidente y sentado en el Consejo de Ministros, le generaría un problema notorio. Una cosa es permitir alianzas colaterales en municipios no capitalinos o centrales de Canarias y otra bien diferente asumir lo que Abascal y los suyos estampen en el BOE; Cataluña y conflicto social, mediante.
Bien visto, el dilema de Feijóo es dilucidar cómo actuar en función de si aspira tan solo a un mandato en La Moncloa o, por el contrario, disponer de periplo presidencial significativo en el tiempo. Y esto último, con Vox de socio, es imposible. La importancia de la ultraderecha en la meseta constriñe el discurso de Feijóo que precisamente vino de Galicia a Madrid para incorporar moderación, visión de Estado y relato del 78 en un partido central.
Mientras tanto, Abascal preside una cumbre en Madrid con líderes de la extrema derecha. Un foco de proyección exterior de Vox que quiere aprovechar la ola de Donald Trump. Con este panorama, ¿cómo piensa gobernar el PP? No casan los ingredientes. Espanta a la ciudadanía el ‘trumpismo’, Vox y demás corrientes de ultraderecha que campan en el Viejo Continente.
No tiene ningún sentido los ataques del PP al PNV, que hoy son a cuenta de la entrega del palacete parisino (incautado por la Gestapo en su momento) y que mañana podrá ser con motivo de otras cuestiones. Para el PP, el PNV debe ser un socio, no un adversario. A Vox le interesa que Feijóo vea al PNV como un enemigo. Pero al PP nunca. Feijóo requiere del concurso de las burguesías catalana y vasca. Distanciarse del PNV para contentar a bases sociales que votan a la ultraderecha, no es garantía de futuro para Feijóo.
























Olga Maria Rivero Santana | Domingo, 09 de Febrero de 2025 a las 11:25:32 horas
Es curioso que teniendo un Gobierno como el que tenemos, con unos "socios" inimaginábles (unos menos que otros), que se considere "normal" , pues lo permite nuestro sistema democrático que entre otras cosas habla o reconoce "el pluralismo polítici" y se "rasgen las vestiduras" cuando dicen que se puedan dar "otras mixturas". ¡Me parece de una hipocresía tremenda!
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