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Miércoles, 24 de Septiembre de 2025

Actualizada Miércoles, 24 de Septiembre de 2025 a las 13:31:18 horas

Editorial

 Telde y sus dos modelos de oposición: la diferencia entre la responsabilidad y el espectáculo

Hay ediles que se esfuerzan en montar circos y convertir los plenos en un campo de batalla de provocaciones, anécdotas irrelevantes y actitudes impropias de un cargo público

TELDEACTUALIDAD/Telde 11 Domingo, 02 de Febrero de 2025 Tiempo de lectura: Actualizada Domingo, 02 de Febrero de 2025 a las 13:12:06 horas

En la política municipal de Telde hay dos maneras de ejercer la oposición. Una es la que dignifica el ejercicio democrático, que fiscaliza con seriedad y respeta las normas básicas de convivencia y debate. La otra es la que convierte el pleno en un circo, en un campo de batalla de provocaciones, anécdotas irrelevantes y actitudes impropias de un cargo público.

 

En el primer grupo se encuentran los concejales de PSOE y Nueva Canarias. Alejandro Ramos y Celeste López, sus portavoces, representan un modelo de oposición responsable: escuchan a la ciudadanía, elevan sus inquietudes a la máxima institución local y presentan propuestas con sensatez y rigor. No necesitan alzar la voz ni recurrir al insulto para hacer valer sus posiciones. Se comportan con la compostura y la elegancia que se espera de un representante público.

 

Pero luego es el otro modelo de oposición. Esa que no busca mejorar la vida de los ciudadanos, sino desgastar al rival a base de ruido y polémicas vacías. Son los que ocupan minutos en los plenos con banalidades, los que confunden la fiscalización con el hostigamiento, los que convierten cada sesión en una cruzada personal. Su obsesión no es gobernar mejor, sino encontrar un escándalo que nunca llega.

 

Estos ediles se han especializado en el espectáculo barato. Se preocupan más por quién subió a una azotea que por los verdaderos problemas de Telde. Piden documentos con la esperanza de descubrir ilegalidades, pero, al no encontrar nada, se frustran y recurren a actitudes despreciables que rozan el gamberrismo. Es la política del dedo en el ojo, del señalamiento constante, del ataque personal por encima del debate de ideas.

 

En una democracia sana, la oposición tiene un papel fundamental: controlar al gobierno, exigir transparencia y proponer alternativas. Pero cuando la crítica se convierte en berrinche y el control se transforma en acoso, lo que se está degradando no es solo la política, sino la propia institución que representa. Telde no necesita más ruido ni más histrionismo. Necesita una oposición que esté a la altura de la responsabilidad que se le ha encomendado.

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