Todo indica que el nuevo “orden” internacional que está llegando va a ser mucho más frágil, que las normas serán cada vez más mudables, más circunstanciales y, en todo caso, más fáciles de quebrar por los poderosos. Parece que esta involución llevará a muchos mandamases políticos a plegarse a la “razón” de la fuerza o de intereses espurios. Pongamos que hablo de los grandes países y corporaciones que gobiernan el mundo, también cabildos, ayuntamientos, o de la praxis de los partidos políticos y de algún sindicato que tolera que militantes suyos embarren su verdadera función jugando, abiertamente, a la acción política partidista.
En Canarias y, en esa misma línea, observamos que algunos responsables políticos ya no tienen el menor reparo en romper las costuras de las normas, escritas o no, con demasiada facilidad. Sobra citar ejemplos de ayuntamientos, cabildos o del propio gobierno canario que plantean trágalas en forma de mociones de censura, liberaciones, dietas arbitrarias, complementos económicos al cargo… que en poco o nada respetan los resultados o lo comprometido en programas electorales. Son manejos, prebendas y otros bisnes que consagran la confusión ideológica, la pérdida absoluta de respeto a los valores de la ética y la estética expresada en las urnas por la ciudadanía… en definitiva, que contribuyen —aún más— a la desafección ciudadana por la política, por los políticos y por los viejos partidos. En ese horizonte gris del todo vale, del todo es lícito, va el título de este artículo.
“Mojar la pólvora” es el lema que adoptó la Unidad Militar Democrática —duramente reprimida por la dictadura franquista—, en la idea de que mojar el explosivo es impedir su uso en la represión del pueblo y una apuesta decidida por la vía democrática. Cincuenta años después, pasados los temores que tenían esos pocos militares respecto a sus compañeros de milicia, y de que se siguiese el ejemplo de sus colegas portugueses en la Revolución de los Claveles, hoy la posibilidad de reprimir la contestación social es más probable que llegue, paradójicamente, desde el ámbito político.
Con indicadores de bienestar social bastante peores, en Canarias también hay quien contribuye abiertamente a la confusión política, quienes entienden el noble oficio de la política como la intriga, el manejo o la maquinación permanente, quien argumenta una cosa y la contraria sin ponerse colorado, quien hace llamados a la unidad nacionalista o a la unidad de la “izquierda” con la vana promesa de ganar fuerza para defender mejor los intereses de Canarias en Madrid, Bruselas o en Sebastopol… Que de todo eso hay en estos peñascos, que diría el grandísimo profesional del periodismo y canarista de pro, que él sí lo fue: Pepe Alemán.
En esta coyuntura, Drago Canarias manifiesta que eso de la unidad suena muy bien, pero que ha de ponderarse y explicar con claridad con quién y para qué. La sociedad canaria y el votante progresista viene de un engaño clamoroso por parte de Podemos y Movimiento Sumar, que secuestraron el acta de la provincia de Las Palmas en el Congreso de los Diputados lograda en coalición por numerosas formaciones. Nueva Canarias, lejos de repudiar ese desprecio a Canarias, se abrazó al Movimiento Sumar en las elecciones europeas con un resultado estrepitoso por todos conocido. En cualquier caso, Drago Canarias tiene muy claro que a la sociedad canaria se la defiende, sobre todo, cumpliendo la palabra dada y con las buenas políticas hechas en nuestros ayuntamientos, en los cabildos y desde el Gobierno de Canarias. Respecto a la estricta obediencia canaria y la exigencia del respeto que se le debe a Canarias como país y como sujeto político, es de sobra conocido que forma parte del ADN de esta formación política.
Se habla mucho de nacionalismo, en abstracto, y poco se dice que en Canarias hay un “nacionalismo” abiertamente conservador que señala con demasiada frecuencia la dirección del viento desde hace cuarenta años y que, se diga lo que se diga, ampara lo de siempre y a los de siempre, aunque se haga con distintos trajes. Y otros espacios políticos progresistas y soberanistas, entre los cuáles está Drago Canarias, que protegen y defienden en la calle y desde las instituciones, con menos cambalaches, las cosas que todos entienden… y mezclar peras con manzanas, que diría la señora Ana Botella, son malabares políticos para no hacer explícito su verdadero sentir: consideran ellos que Canarias, a diferencia de otros territorios del Estado, no puede contar con un espacio hegemónico, de obediencia canaria y progresista con vocación de gobierno. Pero ese funambulismo no podrá mantenerse por más tiempo sin que se les vean las vergüenzas a sus defensores, y deberán posicionarse entre sucursalismo o soberanismo progresista.
Pero siguiendo en la idea que evoca el título de esta comunicación, Drago Canarias plantea que en las puertas de ese nuevo “orden” internacional es preciso que la ciudadanía canaria se reafirme en la libertad sin complejos, que deje de apoyar a los gestores falsarios que se embarcan en grandes proyectos que no fueron comprometidos y que jamás pasarían el filtro de la transparencia y la participación ciudadana. Que suelte amarras con aquellos que hurtan, pervierten o falsean la información en beneficio propio o de sus organizaciones. Que repruebe social y electoralmente a quienes consienten la corrupción, el nepotismo o el gasto público opaco. Que rechace a los políticos oportunistas o incapaces que usan los recursos públicos en objetivos intrascendentes, en pagar favores, o en beneficio de lobbies económicos. Que desautorice a los partidos políticos que no cumplen o se les va la fuerza en patrocinar el autobombo y demagogias delirantes… Mojar la pólvora es mandar a mudar a quienes no dedican esa fuerza a frenar la especulación de la vivienda, el impacto del turismo descontrolado, a potenciar la soberanía alimentaria, a mejorar la sanidad, la educación, el transporte público, a resolver el vergonzante caos migratorio al que condenan a Canarias y a las personas migrantes, la destrucción sistemática de nuestro hábitat en nombre de un falso progreso, a quienes anteponen con descaro las directrices de partido a los intereses de esta tierra.
Y, desde luego, comprometemos que a Drago Canarias lo encontrarán siempre mojando la pólvora de todos aquellos que pretendan usarla para reprimir o desmovilizar la fuerza de los movimientos sociales, intentando instrumentalizar sus tiempos y sus acciones.
Ese “nacionalismo” progresista, que al parecer era dual, acaba de romper aguas y se ha puesto de parto. En ese punto, desde Drago Canarias somos respetuosos. Entre tanto, nos mantenemos en una propuesta política coherente, en la denuncia, y en ejercer una labor opositora seria y rigurosa allí donde sea posible. Sólo deseamos que en ese trance no le ocurra a nadie lo que cuenta la conocida fábula del parto de los montes de don Félix M. Samaniego, que alerta en su moraleja a los lectores/ciudadanía de que “hay autores que en voces misteriosas / estilo fanfarrón y campanudo / nos anuncian ideas portentosas; / pero suele a menudo / ser el gran parto de su pensamiento, / después de tanto ruido sólo viento.”
Sea lo que sea el parto del nacionalismo dual, del conservador o de la ejecutoria de los partidos con domicilio ideológico en Madrid, que nadie lo dude, Drago Canarias seguirá en las cosas importantes y donde esté será garantía de rendición de cuentas a la ciudadanía canaria. Por supuesto, no descuidaremos las necesidades reales de la sociedad canaria, dejaremos para otros sus cábalas sobre el botín que quieran obtener o en auspiciar candidatos para las elecciones del veintisiete o incluso del treinta y uno.
La militancia y los simpatizantes de Drago Canarias continuaremos empeñados en mojar la pólvora de las posiciones reaccionarias, y también de quienes la malgastan en fanfarrias sin entender que esa pólvora es la que se necesita para unos presupuestos serios de una sociedad que tiene grandes carencias y necesidades y que, por lo tanto, es de todo punto censurable malgastarla en vano.
Ese es nuestro compromiso. ///
Héctor Morán, responsable de Organización y Confederalidad de Drago Canarias.
























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