
Han pasado nueve años desde la primera incursión sobre el secuestro emocional. Una reflexión que aún hoy se me antoja inquietante a raíz de los últimos acontecimientos, políticos, sociales, medio ambientales, bélicos, etc., que atraviesa nuestra existencia un día sí y otro también. No siempre uno puede hacer o decir aquello que quiere. Hacemos y decimos lo políticamente correcto, sobre todo, cuando te enfrentas a los miedos de una sociedad que navega en volandas con programas en los medios de comunicación que van desde el rosa al amarillo y viceversa.
Estos programas televisivos o radiofónicos, también cierta prensa escrita y algunos digitales, se enrocan en sus titulares y se pierden más en el anuncio que en el producto en sí. Las redes sociales que iban a ser un medio que acceso libre a toda la humanidad, medio democratizador decían, se han convertido en el campo de batalla dialectico y de odio de gran impacto. Asistimos a una puesta en escena donde lo importante es la mediocridad y la descalificación, no importa el impacto social, ni siquiera se investiga, se analiza, no, ¿para qué? Directamente al bulo, porque el morbo con el bulo está asegurado. Las mentiras, las medias verdades, las insidias, los rumores, en definitiva, las habladurías, las convierten en ley y esa ley es la que aplican mercenarios de la palabra, antes pagados por bolsillos aliados, bolsillos amigos, bolsillos interesados, al fin y al cabo. Hoy esos mercenarios, abandonados a su suerte por quien o quienes fueron sus mentores, se reviran contra la mano que les dio de comer.
Se desgañitan un día sí y otro también, sobre todo en las ondas, para gritarnos que representan a la conciencia social de la ciudadanía. Es más, enarbolan la bandera de la libertad y ay pobre de aquel que cuestione sus modos y maneras. Estos nuevos iluminados - y no precisamente por la secta Iluminatis, que quería otro orden social y político, porque estos no están a la altura, ni se les espera-, quieren hacer de nuestras vidas un continuo secuestro emocional, donde imponen sus criterios, sus mentiras, su babosería diaria, intentando hacernos creer que quieren ayudar a esta sociedad. Se dicen que son los elegidos para abrirnos los ojos, para hacernos ver que están en posesión de la verdad y que la suya es la única verdad.
Estos iluminados, con sus mentiras a cuestas, se aprovechan de la más mínima oportunidad. En esta sociedad ha habido, hay y espero, que no haya más secuestro emocional; quienes alardean de hacerlo, son un peligro para la convivencia, estos personajes quieren obligar voluntades, decencia, dignidad y acusan en todas las direcciones porque si acusas algo queda. Me niego a ser un rehén de este secuestro emocional, me niego a que seamos un juguete en sus manos, lo mejor que pueden hacer es irse a jugar a otro lugar, porque esta sociedad está harta de mediocres que juegan a ser honrados y decentes.
Gregorio Viera Vega fue concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Telde.
























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