
A medida que cumples años le das más importancia al mensaje navideño del rey. Será porque su discurrir es el de la sociedad y, por tanto, el tuyo. Será porque sirve de resumen del año. Será porque la Casa Real, como institución, aprovecha para lanzar mensajes sibilinos que son de provecho. Será, quizá, por la suma de todo lo anterior. Este alegato de Felipe VI arroja dos vertientes opuestas, pero adelanto ya que ha sido estimable. Vayamos por partes, de menos a más para ser exactos.
Por un lado, el índice de audiencia registrado ha sido pobre: una audiencia media de 5.908.000 de espectadores y un 62,4% de cuota de pantalla. El bipartidismo congrega, con creces, más votantes. Vamos, poca cosa. Nunca lo suficiente para una Casa Real que aspira, digo yo, a estar en la vanguardia institucional dentro del marco constitucional del 78. Ha habido años mejores de seguimiento.
Por el otro, el llamamiento a la calma partidista (que no política) ejercida por el monarca es muy oportuna. Para empezar, lo ha hecho porque 2024 dejará para la Historia sus fotografías en las zonas afectadas de Valencia junto a la reina pasándolo muy mal. Y sí, supo salir del trance más que airoso. Ganó puntos. Pero aquel episodio nunca tenía que haber ocurrido. Fue un error de la Casa Real programar la gira, tan en caliente aún, y la reacción ciudadana fue muy significativa del momento que atraviesa el país.
La polarización es un virus. Y se expande amén de las redes sociales y la instantaneidad; estas sirven para lo bueno y para lo malo, en función de cómo se use. No podemos seguir así. No es sano. Carcome la democracia semejante nivel de crispación y exaltación. Ahora ha bajado algo, pero en pleno confinamiento con la pandemia fue brutal. Y de esto se vale la extrema derecha.
Si algo tiene que ofrecer de manera primordial el PSOE y el PP es estabilidad. Garantía de tranquilidad, que es el fundamento de las clases medias. Ese es precisamente el máximo rol del neoturnismo. O el bipartidismo cumple con esto o no vale para nada. Y aquí se enmarca la apelación del monarca. Felipe VI sabe que su mejor herencia es que la Constitución del 78 ha permitido más de cuatro décadas de progreso social, avances y crecimiento económico. Ha habido partes sombrías, muchas, pero sobresale lo positivo. El rey tiene como principal tarea proseguir en esta senda, tan meritoria, tan pertinente.
Olga Maria Rivero Santana | Viernes, 27 de Diciembre de 2024 a las 09:37:40 horas
Ahora y más que nunca, por la desagradable y dañina sutuación política que están causando una parte de la CASTA POLÍTICA, (desde todas las corrientes ideológicas), para mí la acción de la Monarquía, y en este caso, de Felipe VI, representa la serenidad, la coherencia, la responsabilidad y la cercanía con el pueblo y sus problemas, así como los valores y los logros democráticos que nos dimos con nuestra Constitución, (todo mejorable, por supuesto), pero que nos iguala a todos, garantizándonos nuestros DERECHOS y también dejando claros nuestros DEBERES.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder