
Junts le ha indicado el camino a Pedro Sánchez: si quiere contar con su apoyo en 2025 debe ir de visita a Waterloo, a ver a Carles Puigdemont. O, si acaso, Suiza, por aquello de un supuesto territorio neutral. Pero exige fotografía conjunta el nacionalismo catalán. Sánchez ha dejado caer que no tiene problema en hacerlo. No porque lo desee, que no es el caso, recuerden cuando prometió en campaña electoral que traería a líder independentista de vuelta a España para rendirlo al veredicto de la justicia, o cuando dijo que la Fiscalía dependía de él, sino porque no le queda otra. Cuestión muy distinta.
Si no hay foto, no hay legislatura. No es que no haya Presupuestos, es que se acabó el mandato socialista y, entonces sí, será una agonía auténtica. Ahora, a diferencia del anterior periodo, no hay mayoría parlamentaria de izquierdas en el Congreso de los Diputados. La hay solo en la medida que Junts permitió la investidura de Sánchez. Mas un tema es ser investido y otro diferente es estar sostenido (de verdad) cuatro años desde la Cámara Baja; premisa esencial en un sistema parlamentario como el nuestro. Esta es la situación actual que, encima, se ve agravada con el último movimiento de Junts.
A saber, la iniciativa registrada de debatir en el pleno que Sánchez active una cuestión de confianza para ver si mantiene o no el respaldo parlamentario, es un torpedo contra el PSOE y Sumar. De este modo, Junts pone en marcha una moción de censura encubierta. Debería ser debatida pues su resultado no es vinculante. A fin de cuentas, la cuestión de confianza es competencia exclusiva del presidente del Gobierno, reza la Constitución. Aunque el mero hecho de que el pleno diga que es oportuna la cuestión de confianza, materialmente deja tocado a Sánchez.
Por eso el viaje y retrato de Sánchez posando con Puigdemont es un giro en la agenda política. Es algo necesario: no tiene sentido que el líder nacionalista esté en Bélgica. Más temprano que tarde debe volver a España. Hay que normalizar el ciclo posterior al ‘procés’ que, ciertamente, ha supuesto un fiasco en función de sus pretensiones en 2017. Sin embargo, este paso de Sánchez no lo entenderá todo el electorado socialista. Dicho en plata, Sánchez cumple con su tarea pero está trabajando para que Alberto Núñez Feijóo llegue a La Moncloa más temprano que tarde. Está metido el jefe socialista en un laberinto. Si no viaja a Waterloo, adiós legislatura. Si lo hace, habrá contribuido a la estabilización política pero a la vez premiará electoralmente a Feijóo. Se huele sacrificio presidencial
Olga Maria Rivero Santana | Jueves, 26 de Diciembre de 2024 a las 13:29:59 horas
En un "laberinto" vergonzozo e injusto nos ha metido el "señor presidente", y por "motivaciones" ya bien conocidas: primero fue llegar al PODER, y ahora seguir manteniéndose en él, con el resto de "compañías inimaginábles" que incluso NEGABA que haría, todo ésto a costa de todos los ciudadanos, que estamos ya "pagando sus seciones" y las que nos quedan por pagar.
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