El itinerario judicial de José Luis Ábalos pasa a una nueva dimensión: el Tribunal Supremo procederá a solicitarle al Congreso de los Diputados el suplicatorio para poder juzgarlo. A todas luces, la Cámara Baja se lo concederá pues el PSOE no solo le pidió (sin éxito) la entrega del acta sino que también necesita políticamente establecer un cortafuego. Sin embargo, es un escenario peliagudo, para el magistrado Leopoldo Puente estaríamos ante cuatro posibles delitos: integración en organización criminal, tráfico de influencias, cohecho y malversación. Casi nada.
Cuando estalló el caso en torno a Ábalos enseguida se pensó en una especie de redición del caso Juan Guerra (por aquello de haber sido Ábalos secretario de Organización, al igual que Alfonso Guerra) aunque el escenario que proyecta la investigación en el Alto Tribunal es otro hace mucho, de mayor categoría. Si el desenlace judicial confirmase este listado de tipos penales sobre Ábalos, constituye un torpedo sobre alguien que lo fue todo al máximo nivel político gracias a Pedro Sánchez. Es más, Ábalos estuvo en las duras y en las maduras con el presidente del Gobierno.
Cuando Sánchez fue defenestrado de Ferraz amén de Susana Díaz, el aparato ‘felipista’ y los barones territoriales, tomó un Peugeot 407 para recorrer las agrupaciones socialistas. Era 2017. Y ahí estaba Ábalos en el grupo más cercano y de confianza estrecha con Sánchez. A eso se debe luego que llegase a ser ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Una cartera de una envergadura presupuestaria extraordinaria que maneja una jugosa paleta de contratos. No es un Ministerio menor, ni por asomo. Es más, es un área de gestión de habitual premio político, pues también lo ocupó José Blanco en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero.
El triunvirato formado por Ábalos, Koldo García y Víctor de Aldama espanta. A la espera de lo que diga la justicia, Koldo sería un mandado dentro de un supuesto entramado en el que Ábalos hizo y deshizo prevaleciéndose de su privilegiada posición institucional y orgánica. Cualquiera, y es normal, le cogía el teléfono. ¿Quién podía pensar entonces que acabaría siendo puesto bajo la lupa del Tribunal Supremo por cuatro delitos? Fue el segundo de a bordo del PSOE. Y al alimón de la pandemia donde los controles fallaron, el material sanitario pudo haberse comprado sin tino. Una orgía de desfachatez que debe dirimirse en sede judicial. Esperemos el pronunciamiento del Tribunal Supremo. El suplicatorio está garantizado. Mas la (presunta) podredumbre es mayúscula.
Olga Maria Rivero Santana | Sábado, 21 de Diciembre de 2024 a las 10:35:55 horas
¡Lo que es repugnante y vergonzozo es que no DIMITA NADIE, y que encima tengan ése incomprensible "privilegio" de estar "aforados", otro "invento" de la CASTA POLÍTICA, para hacer lo que LES DE LA GANA, y a ver sí al final se llega a algo y se HACE JUSTICIA o queda en NADA y a seguir con sus vidorras, por encima de TODO y de TODOS!
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