La tarde del martes hubo en Casa Pastores, en Santa Lucía de Tirajana, un encuentro sobre fe y compromiso político donde tomaron la palabra Cristóbal Déniz Hernández (obispo auxiliar de Canarias) e Isabel Pérez López, profesora de Historia. Fue en la parroquia del Buen Pastor, cuya arquitectura y sobriedad enlaza con la tradición de la hermandad obrera, al universo posconciliar de la segunda mitad del siglo XX. La cita fue concurrida y el obispo nacido en Valsequillo llamó a la implicación activa en la vida colectiva desde las diversas plataformas, a rehuir el aislamiento, ya que este favorece el individualismo aliñado de egoísmo.
Qué importante es participar de los retos comunes, contribuir a modo de hormiga militante, ya sea en partidos políticos, sindicatos, medios de comunicación, las ONG… Esa Iglesia católica que quiere el papa Francisco como un hospital de campaña conlleva estar en la trinchera cotidiana con el prójimo, con todos. Y asumir su carga. No desatender lo que preocupa a los demás (el vecindario, la sociedad, tu gente) porque también nos interpela. El cristianismo no puede ser un artificio para recluir en la despensa. Al contrario, es medicamento para contagiar la ilusión y la esperanza como mecanismo transformador del mundo; sea el más pequeño y cercano como el de los grandes retos que, en principio, se nos antojan lejanos. ![[Img #1017475]](https://teldeactualidad.com/upload/images/03_2024/967_rafael-foto-reducida-225.jpg)
No son tiempos sencillos. El neoliberalismo anestesia y avasalla a la persona. La razón del capitalismo no casa con el Evangelio. Unas coordenadas sustentadas entre opresores y oprimidos, donde justo unos pocos concentran la mayor parte del capital, y el aumento de la desigualdad social, no es un horizonte justo en el que la cristiandad pueda acomodarse acríticamente. Para nada.
Necesitamos testimonios. Y estos se labran cada jornada, tejiendo complicidades mutuas. La convocatoria en Casa Pastores fue al calor del aniversario del fallecimiento de Camilo Sánchez (1955-2000), alcalde de Santa Lucía de Tirajana que atesoró el cariño del pueblo y que se plasmó en las urnas con holgadas mayorías absolutas. Fue un militante cristiano. En su caso, discurriendo en la izquierda canaria y el socialismo autogestionario. Su voluntad estuvo guiada por la nobleza que enmarca la verdad. Y esta es brújula de disciplina para las buenas obras. El inmenso respeto y sentimiento que acompañó su entierro era el mejor legado de un responsable público al servicio de la gente sencilla, iluminada por la entereza de ánimo en el amor a Dios.
























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