
Ayer el diario ‘El Mundo’ publicó una entrevista a Míriam Nogueras, diputada y portavoz de Junts en el Congreso de los Diputados. El interés periodístico de la misma es el indudable valor que recobra lo que Nogueras diga o deje decir pues determina el ritmo en Madrid; máxime, cuando Carles Puigdemont ha tomado la iniciativa de querer someter a Pedro Sánchez a una cuestión de confianza que, por otra parte, es competencia exclusiva del presidente del Gobierno. Vamos, que el momento político es de tensión. Lo más llamativo de las respuestas de Nogueras fue su inflexibilidad categórica. A ratos escueta, a ratos tajante. Y de cua
ndo en cuando resaltando que ella y su grupo solo tienen presente el interés de Cataluña. Es habitual que cuando quieres presionar uses tus armas, es lógico. Pero sorprende que Nogueras no dejase espacio a la posibilidad, la duda y el entendimiento en terreno neutro.
Hasta hace no mucho, hasta antes del ‘procés’, los líderes de los nacionalismos periféricos jugaban sus cartas ante el PSOE y el PP con firmeza pero sin alcanzar semejante grado de encastillamiento como el mostrado este domingo por Nogueras en el periódico ‘El Mundo’. Evidentemente, el ‘procés’ lo cambió todo. Pero ese ‘procés’ no triunfó, no logró la independencia. ¿Cómo es que aún así se permite Junts redoblar tanto sus exigencias a modo de un todo o nada?
España es plurinacional. La misma Constitución lo reconoce en su artículo 2 al distinguir entre nacionalidades y regiones. Es indudable que Cataluña, País Vasco, Galicia y Canarias son casos particulares. Que precisamente el nacionalismo catalán y vasco en su afán de autogobierno ha abierto la senda al resto. La Historia de España es la que es: un imperio venido a menos que no cuajó como Estado nación al estilo francés o estadounidense cuando tocó; siglo XIX, especialmente.
Sin embargo, una cosa es eso y otra bien diferente es conquistar autogobierno o independencia bajo el sometimiento. Ante la dictadura franquista era normal. Mas en democracia no lo es, o no debe serlo en la medida que la minoría no puede siempre y de todas las maneras supeditar a la mayoría. No es sencillo armonizar las identidades. Aunque es fuente de riqueza. Y para eso es preciso una cultura federal (incluso si es asimétrica) que consolide el federalismo. La solidaridad es pieza constitucional imprescindible, también contenida en el artículo 2. ¿Hasta qué punto hay que comprar al precio que sea las pretensiones del independentismo? Sobre todo, si este se luce tan grave y expresa que no va de farol. Además, se ha aprobado una ley de amnistía, con todos los esfuerzos que conlleva. En fin, cuando el entendible amago se torna en ultimátum, mal asunto.
























Olga Maria Rivero Santana | Lunes, 16 de Diciembre de 2024 a las 10:50:30 horas
¿En serio que "sorprende la actitud de éstos personajes"? Ni la de éstos ni la de ninguno de "los restantes". ¡Chantajes, humillaciones y despreciosal total de la ciudadanía, ha perpetuado, desde el minuto uno, quién su única "ideología era llegar al poder" y perpetuarse en él!
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