
Después de la pandemia parecía que todo iba a cambiar, que nos había fortalecido, que nos hizo más empáticos, mostraba el lado humano de nuestras miserias y de repente, llega esa explosión de la naturaleza en su expresión más doliente para el ser humano, arrasando y llevándose por delante todo lo que se interponía en su camino, incluso vidas humanas. Hablo de la Dana en Valencia y que aún hoy, miles de vecinas y vecinos no han podido normalizar su vida, no solo por las pérdidas humanas, que ha sido el gran fracaso de la gestión de este fenómeno, sino por la pérdida de todo aquello que formaba parte de sus vidas, viviendas, enseres, vehículos, etc., y que se me antoja que pasará mucho tiempo hasta que podamos, en parte, mitigar el dolor sufrido.
La Dana ha servido como trampolín para todo tipo de especulaciones y bulos que se han usado en las redes, para tejer un relato mentiroso de todo lo acontecido. Se ha utilizado información falsa, engañosa o distorsionada con la intención de engañar, manipular o influir en la opinión pública. Utilizando información incorrecta, incompleta o alterada para crear un caldo de cultivo para sus intereses espurios. Las últimas encuestas publicadas en la Comunidad Valenciana es precisamente el partido de ultra derecha que saca rédito de sus bulos, ósea de sus mentiras. Han aprovechado la viralidad de las redes sociales, donde compartimos información sin contrastar y que damos por ciertas, siendo mentiras, generando confusión y desinformación.
Los bulos apelan a las emociones para provocar miedo, ira, sorpresa o compasión, para que las personas los compartan impulsivamente. Debemos combatir los bulos como pieza fundamental para proteger nuestra calidad democrática. Quienes difunden los bulos no creen en el sistema, por ello lo ataca, según sus premisas, no ha fallado la administración, no, ha fallado el sistema, como paso previo a cargarse el sistema político que nos hemos dado. Su nula gestión de lo público, pues han vivido de su chiringuito muchos años, los lleva a determinar que el único Estado es el que propugnan, uno grande y libre.
Los bulos que han propagado en Valencia, han generado pánico y confusión, obstaculizaron las labores de los equipos de emergencia, sin embargo, no se quedaron para ayudar. Fueron a hacer ruido, pero luego, cuando el trabajo les inquirió para ayudar a miles y miles de valencianas y valencianos desesperados, desaparecieron, si no llega a ser por los miles de voluntarios que se arremangaron para echar una mano, lejos del ruido que esta catástrofe supuso, que no fueron unos cobardes como los que propagaron los bulos para su rédito personal o para la formación en la cual militan.
Está comprobado que el uso de los bulos no solo distorsiona el debate público, sino que también amenaza los principios democráticos al basar decisiones y opiniones en información falsa. Intentan minar la credibilidad de las instituciones o sobre personas públicas, alimentando teorías conspirativas o descreditando a sus oponentes para desviar la atención de temas importantes o promover una narrativa concreta. Además, contribuyen a dividir a la sociedad, reformando prejuicios y aumentan-do la tensión entre grupos con ideología diferentes, generando alarma.
Debemos verificar la información que recibimos y reconocer fuentes confiables antes de reenviarla, porque al final, somo nosotros, los propagadores de bulos, porque quien han tirado la piedra ha ido rápido y veloz a esconder la mano, dejándonos en un terreno peligroso y de mentiras. En la socie-dad actual los bulos tienen un impacto significativo, debido a la rápida propagación de la información. Porque nos impide o dificultan para distinguir entre información veraz y engañosa, creándonos un entorno de incertidumbre.
Porque los bulos, queramos o no, nos afecta a nuestra capacidad para tomar decisiones informa-das, sobre todo en el campo de la salud o de nuestro bienestar y de quienes nos rodean, creándonos miedos, deteriorando nuestra capacidad y manipulando nuestras emociones afectando directamente a nuestra vida cotidiana. Para vivir mejor tenemos que quitarnos los bulos y quienes lo propagan de nuestras vidas.
Gregorio Viera Vega fue concejal socialista en el Ayuntamiento de Telde.
























Paisano | Martes, 17 de Diciembre de 2024 a las 11:41:58 horas
Señor articulista; una premisa básica para separar el grano de la paja, el bulo de lo veraz, es pasar ineludiblemente por el tamiz de los debates públicos abiertos en los principales medios, con expertos disidentes (que los hay y muchos) y oficialistas, para permitir a la ciudadanía contrastar y valorar los datos. Y esa sistemáticamente se ninguneó en plandemia, se ninguneó en la gota fria de Valencia, se ningunea sobre el "clima cambiático", y tiene visos de seguirse ninguneando en eventos futuros. Hay que manejar con cautela la palabra bulo, sobre todo cuando atufa que espanta, que el grueso de los bulos parte de fuentes gubernamentales.
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