
Abascal nunca tiene razón en nada, excepto en una cosa, como diría Rajoy: el PP es efectivamente la derechita cobarde. El partido de Feijóo se levantó ayer de la mesa que negociaba la solución al reparto ecuánime, solidario y equilibrado de los menores inmigrantes entre todas las autonomías.
Por fin parecía que el PP iba a entrar en razón aceptando la reanudación de las negociaciones con el ministro Ángel Víctor Torres, la ministra de Juventud e Infancia, el presidente Clavijo y la Ciudad Autónoma de Ceuta. Pero no, todo fue un espejismo porque a las primeras de cambio los representantes peperos demostraron tener el culo inquieto, aunque aún no saben el significado del concepto.
El portavoz del PP, Miguel Tellado, estaba deseando que fracasara esta cuarta reunión para no enojar mucho a su aliado Vox y su amiguito del alma Abascal, que antes de fundar y liderar este partido de ultraderecha ocupó cargos destacados del PP, algunos de ellos a dedo y al frente de chiringuitos muy bien remunerados.
Abascal lleva ocupando cargos públicos desde el siglo pasado más de la mitad de su vida que se dice pronto. Por lo que no se entiende sus acusaciones a sus contrincantes de montar chiringuitos o de haber vivido siempre del erario público.
Efectivamente Abascal tiene razón (por una vez) cuando tilda a sus excompañeros de partido y socios naturales de ser la derechita cobarde. Curiosamente ese apelativo peyorativo se lo puso por creer que el PP se entendía más de la cuenta con el PSOE que con él. El típico caso patológico de celo político y pataleo incontrolable.
Sin embargo, a efectos del ciudadano corriente y moliente, el vértigo miedoso de los populares es debido a que la ultraderecha le está comiendo la tostada y no quiere perder votos en su flanco más extremista. Son así de acaparadores y avariciosos.
Hablamos de un asunto delicado porque se trata de niños y adolescentes extranjeros que están solos en Canarias y que necesitan una urgente respuesta. El PP hizo el paripé aceptando la reanudación de la negociación con el Gobierno para poco después levantarse de la mesa blandiendo excusas infantiles como que lo que pretende Pedro Sánchez es normalizar el efecto llamada.
A nadie sorprendió esta salida de pata de banco de los populares ya que hace unos meses votaron en el Congreso junto a Vox en contra de la reforma del artículo 35 de la Ley de Extranjería, que permitiría el reparto equitativo y solidario de niños extranjeros que viven solos en las islas: 5.500 para ser más exactos.
Lo que hay detrás de todo esto es el miedo cerval y atroz que el PP le tiene a Vox, a pesar de que Feijóo ha repetido hasta la saciedad que su partido no cede ante ningún chantaje cuando en realidad ya lleva haciéndolo toda la legislatura.
Es verdad que el Partido Popular es la derechita cobarde, como dice Abascal, porque no se atreve a tomar decisiones por sí misma si no va acompañada de una autorización de Vox, partido que ya advirtió al PP que si llegaba a un acuerdo con el PSOE en esta materia se quedaría sin apoyo para aprobar los presupuestos en una pila de autonomías en las que el voto de la ultraderecha es indispensable para que el PP pueda gobernar cómodamente.
Era una reunión abocada al fracaso, la crónica de una muerte anunciada. Solo hay que ver la cara del portavoz del PP, Miguel Tellado, ese señor calvo con gafas que tiene cincuenta años y parece que es septuagenario y muy antiguo del que usted me habla, para en efecto confirmar que estamos hablando de la derechita cobarde y bobalicona, empleando las mismas palabras que usó la presidenta de la Comunidad de Madrid esta misma semana refiriéndose a sus adversarios políticos.
Este es el nivel de la lideresa que está llamada a sustituir a Feijóo a corto, muy corto plazo. Peor el remedio que la enfermedad. No se pueden pedir peras al olmo. Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta.
Cristóbal D. Peñate es periodista.























Alejo | Domingo, 15 de Diciembre de 2024 a las 03:12:43 horas
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