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Jueves, 27 de Noviembre de 2025

Actualizada Jueves, 27 de Noviembre de 2025 a las 20:32:58 horas

Caminando hacia la desmemoria (XCIII)

El cementerio católico de San Gregorio Taumaturgo (3ª parte)

Reflexión del cronista oficial de Telde, Antonio María González Padrón, licenciado en Geografía e Historia

ANTONIO M. GONZÁLEZ PADRÓN 2 Jueves, 28 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura: Actualizada Jueves, 28 de Noviembre de 2024 a las 22:21:57 horas

Capítulo aparte merece por su gran riqueza artística el Mausoleo perteneciente a D. Jerónimo Trujillo, quien a través de Mármoles Wiot, empresa por entonces radicada en Las Palmas de Gran Canaria, se lo hizo traer de Italia. La parte frontal, realizada en el más fino mármol de Carrara de color blanco, aunque actualmente levemente manchado. Su estilo es inconfundiblemente neogótico, no podía ser de otra manera, al ser éstas las trazas imperantes a principio del siglo XX. Para algunos fue un recurso estilístico de lo que más tarde llamaríamos Modernismo. Unas esbeltas columnas a ambos lados de la portada, principal y única, dejan paso a ésta que se abre bajo un arco ojival. En la parte superior o frontispicio se desarrollan los clásicos pináculos góticos, que a pesar de su corta altura, dan esbeltez a todo el edificio. Tanto en los laterales como la bóveda que cubre el mismo a manera de techo, están recubiertos de azulejos de los conocidos como belgas, ya que fueron traídos de la nación flamenca- balona y dispuestos igualmente en varias casas de la ciudad.

 

Si el exterior nos llama la atención, no menos lo hace su interior, donde un nobilísimo altar destaca por su[Img #1000600] decoración a base de un detallado bajo relieve igualmente neogótico. La tábula o mesa de altar, posee una notable anchura y su altura sigue los cánones propios de aquellos que encontramos en iglesias de mayor tamaño.

 

Sus propietarios lo fueron de una magnífica mansión al comienzo de la calle Juan Diego de la Ascensión, vía de acceso que sube hasta el lugar conocido como El Cascajo de Santo Domingo, en pleno Barrio de Los Llanos. En los años 60, aún se podía observar con toda suerte de detalle, tal edificación. Tras una gran verja de hierro forjado se desarrollaba una escalera de las llamadas imperiales, en las que se accedía a un amplio porche o galería porticada, y de ahí, al plano noble de la casa familiar, no sin antes abrir una bellísima puerta de nobles maderas y cristales coloreados. En su semisótano, y no sabemos a ciencia cierta desde cuándo y hasta cuándo, existía un aserradero que también sirvió de almacén y venta de maderas al por mayor. Caobas, samanguilas, rigas y teas fueron tratadas durante décadas para abastecer a los afamados carpinteros teldenses de una de las industrias artesanales de mayor desarrollo en esta ciudad.

 

Entre las muchísimas personas cuyos restos mortales guarda este camposanto, entre otros, encontramos al archiconocido D. Juan García, apodado El Corredera. Rvndo. Padre Daniel, sacerdote carmelita descalzo, D. Justiniano Rodríguez Guerra, subalterno que con meritoria labor desarrolló su trabajo en la Casa-Museo León y Castillo, los padres del director de la revista Guía Histórica-Cultural de Telde, don Cesáreo Pérez Rodríguez y Dña. Isolina González Suárez; mi querido D. Pedro Santana Afonso, empleado de la tienda de mi padre Luis González Pérez, enterrado muy cerca de él. Muchos de mis familiares: Mi madre Consuelo Padrón Espinosa y mi hermana Chelo. Allí también descansan mis bisabuelos, abuelos y tíos, entre ellos Antonio Guedes Santos y su hijo Antonio Guedes y Pérez de Azofra, comerciantes peleteros de Los Llanos, así como la esposa del primero Rosa Pérez de Azofra. Francisco Pérez de Azofra y su esposa Zoila Blanco Naranjo, el hijo de éstos Rafael, Francisco y José Pérez Blanco, todos ellos comerciantes textiles, y otros miembros de su familia. Ahí descansan también D. Juan Falcón Santana, y su esposa Dña. María del Pino Suárez Santana. D. José Betancor Jerez y su esposa Dña. Aurora Falcón Santana, así como muchos de los hijos de ambos ejemplares matrimonios. D. Daniel Ramos, impresor, los hermanos Suárez Robaina, fotógrafos, D. Francisco Artiles, cuyo nombre nomina a nuestro polideportivo municipal del Quinto. D. Casimiro Monagas, el matrimonio italiano formado por D. Elías Zorio Forgione y su esposa Dña. Eva Boggio Ferraro. Y así cientos, miles de personas que ocuparon y ocupan los corazones de sus descendientes y amistades. Imposible nombrarlos a todos.

 

Para este Cronista, al menos sería labor harto difícil hablar de cada una de las sepulturas del Cementerio Católico de San Gregorio Taumaturgo. Seis mil cuatrocientas sesenta y tres espacios que han habilitado para acoger a otros tantos difuntos. Actualmente la ocupación de los mismos sobrepasa los cinco mil cuatrocientos, aunque este número no es del todo exacto, ya que en muchos casos y sobre todo en la parte más antigua de la primera ampliación. Se duplican las numeraciones cuando nichos colindantes pertenecen a una misma familia. El aprovechamiento de cada sepultura, depende de la familia arrendataria o propietaria. Se sigue estableciendo al menos cinco años de diferencia, entre un enterramiento y el siguiente, aunque estas circunstancias han cambiado por la cada vez más usual cremación o incineración de los cadáveres. Para éstos últimos usuarios se han dispuesto en la calle seis, última de las existentes en la primera ampliación, dos cuerpos de columbarios que, por su reducido espacio, permiten acoger una, dos o tres urnas crematorias.

 

La dificultad antes aludida, aumenta sobremanera cuando se trata de dejar constancia de las personas que ocupen esos lugares, máxime cuando en algunos casos las lápidas individuales han sido sustituidas por otras comunes, bajo el epígrafe generalizado de Familia.

 

No obstante, hemos hecho un esfuerzo para dejar constancia de los apellidos que más se repiten y que son muy característicos y específicos del distrito de Los Llanos, aquí hemos tenido especial cuidado en consignar los que pueden acreditar más de cien años de antigüedad. Aunque algunos de ellos se remontan a los primeros años de la postconquista castellana de la Isla.

 

Utilizaremos el orden alfabético al nombrarlos: Afonso, Alfonso, Alejandro, Alemán, Alonso, Álvarez, Araña, Artiles, Ascanio, Amador, Báez, Basso, Batista, Benítez, Blanco, Boza, Boissier, Bonilla, Bueno, Brito, Betencourt, Betancourt, Betencor, Betancort, Bruno, Cabrera, Cáceres, Casiano, Calderón, Calixto, Calzada, Cano, Cazallas, Cazorla, Cerpa, Collado, Corujo, Croissier, Cruz, Dámaso, Deniz, Díaz, Domínguez, Estupiñán, Espino, Estévez, Expósito, Falcón, Fleitas, Franco, Fernández, Flores, Fabelo, Florido, Galindo, García, Galván, González, Guedes, Guerra, Gil, Hernández, Herrera, Izquierdo, Jerez, Jiménez, León, Liria, Lorenzo, López, Martel, Marrero, Martell, Martín, Mayor, Monzón, Medina, Montes de Oca, Moreno, Muñoz, Muñiz, Miranda, Mireles, Munguía, Melián, Monroy, Monagas, Naranjo, Navarro, Noble, Negrín, De la Nuez, Ojeda, Ortega, Padrón, Peña, Pérez, Pulido, Quintana, Quintero, Ravelo, Rodríguez, Ríos, Robaina, Ruiz, Ramírez, Ramos, Reyes, Romero, Ruano, Reina, Rivero, Sánchez, Sosa, Silva, Suárez, Santana, Santos, Socorro, Santamaría, Torres, Trujillo, Umpiérrez, Valerón, Válido, Vázquez, Velázquez, Vega, Verde, Zerpa, Zumbado, Zurita, Etc.

 

Los epitafios reseñan nombres, apellidos, fechas, situaciones, anímicas, pero, hay algunos que nos han llamado la atención. Sencillo y lleno de ternura, el de la niña Nayara Rosales Castaneira, que, según reza, Voló al cielo y seguidamente. Nuestra mariposa ha volado/, el cielo está azul/ el arcoíris aparece/ aunque en nuestros corazones llueve,/ recemos para que su aleteo/ nos dé fuerza para seguir/ mirando hacia adelante.

 

En un bellísimo mármol rosa signado con el número 5587 para nuestra recordada, Pili Curbelo Ramírez, alguien escribió, Vivirá siempre en el recuerdo de los que te quisieron y en el corazón de los que te amaron.

 

En el nicho número 5813, en donde descansan los restos mortales de Dña. María del Pino Suárez Mena, quedó escrito: Una pino me picó con un alfiler de plata y yo le dije: pica pino, que yo picá de amor no Mato.

 

Con gran carga poética se nos presenta el nicho sepultura de un virtuoso de la música, el profesor. D. Víctor Ureña Revuelta, quien dirigiera con notable éxito nuestra Banda Municipal de Música durante muchos años. Su epitafio es este: Fortaleza, música, poesía… creación viva, que nunca muere. Nacido en la villa burgalesa de Espinosa de los Monteros. El 22 de marzo de 1927, murió en Telde el 8 de octubre de 2002.

 

Hemos dejado para los últimos párrafos un espacio de singular significado, nos referimos al llamado Parvulario. Pequeños niños situados en el primer pasillo a la izquierda, según entramos por la puerta principal. Según la tradición de la Iglesia Católica Romana, todos los seres humanos debían recibir sepultura. Ahora se está imponiendo otras costumbres, aunque la Iglesia sigue recomendando a sus fieles que depositen en los camposantos las cenizas de sus difuntos. En el pasado, los infantes, niños y niñas, hubiesen éstos nacidos o no por métodos naturales, también los abortos, sus restos mortales debían ser custodiados, de ahí los parvularios, que como su denominación indica, eran sepulturas reservadas para párvulos. Estas eran de menores dimensiones en cuanto a profundidad de los nichos.

 

Actualmente el llamado Pudridero ha quedado En desuso, pero éste se encontraba en el lugar opuesto al parvulario. No era otra cosa que un recinto rectangular y sin techo donde se vertía, de forma poco estética, coronas, cajas y restos mortales hasta que pasaban a fosas comunes. Era el macabro destino de los más pobres, que a cinco años se les obligaba a abandonar sus tumbas por no poder sus deudos seguir abonando la paupérrima cantidad que se cobraba por los alquileres de las mismas.

 

El camposanto llanense, cuyo primer diseño le dio planta casi cuadrada a partir de la década de los 80 del pasado siglo, se convirtió en rectangular, pues se le añade otro cuerpo cuadrangular de similares medidas al primigenio. Avanzado ya el siglo, cuando éste iba a concluir, a falta de unos poquísimos años, el M.I. Ayuntamiento toma la decisión de abrir un hueco en el tapial oeste a la altura de los panteones ya descritos y realizar una ampliación de Este a Oeste y de Norte a Sur, quedando ésta algo retranqueada con respecto a la fachada principal. En otra ampliación posterior se adelanta ocupando terrenos al Noroeste y llegando a la línea de la antigua fachada. Ya en el siglo XXI, hace algo menos de una década, se le aumenta otro espacio, esta vez ni cuadrado ni rectangular, sino trapezoidal. Marcando su límite Oeste, una carretera de uso agrícola. Actualmente todo el perímetro del cementerio se encuentra cerrado por un paramento de unos cinco metros de altura aproximadamente. La fachada principal se prolonga casi el doble que en sus inicios, poseyendo tres entradas directas. Entre sus dependencias, de las que ya hemos destacado algunas, existen unos aseos públicos, una oficina-almacén y también un vestuario para los empleados que allí trabajan.

 

El cementerio en su parte antigua y primera ampliación, posee cinco calles desarrolladas de Norte a Eur y dos transversales que corren de este a Oeste. En las siguientes ampliaciones el número de calles son dieciocho, pero a muchas de ellas desarrolladas de este a Oeste y ya en la última ampliación, una amplia calle o avenida termina en una especie de plazoleta de forma triangular.

 

Los elementos arbóreos, que en la antigüedad ocupaban buena parte del lugar, hoy son algo residuales, tal vez se aprovechó en demasía el terreno y no se le supo dar un carácter más diáfano y ajardinado, cuestión esta que en la última ampliación se ha intentado corregir con la plantación de numerosos cipreses, árbol tan característico de estos espacios para el recuerdo y la añoranza.

 

Hace años que nos habíamos acostumbrado a la compañía ser acompañados de los Hermanos de La Resurrección, quienes cada día llegaban, desde el cementerio de San Lázaro de la capital grancanaria para atender los dos cementerios teldenses: San Juan Bautista y este de San Gregorio Taumaturgo. Su labor encomiable y altruista les hicieron pasar situaciones muy difíciles desde el punto de vista económico y anímico, pero ellos, con tesón y clara vocación religiosa, antepusieron siempre las obras de caridad a cualquier otra cuestión. Telde les debe estar eternamente agradecida, pues sin temor a equivocarnos, podemos hablar de un antes y un después en la vida cotidiana de nuestros cementerios, desde que fueron atendidos por dichos hermanos. Una vez más el Excmo. y M.I. Ayuntamiento de la Ciudad de Telde, mejor dicho, sus políticos, no estuvieron a la altura que se esperaba y rescindieron el contrato que unía nuestros cementerios a tan benefactora institución religiosa, volviendo a manos de funcionarios municipales el mantenimiento y atención de dichos camposantos. Algo falla en nuestras instituciones  cuando las cosas que marchan bien son menospreciadas y se toman decisiones contrarias al común sentimiento de los ciudadanos.

 

Desde aquí queremos valorar sobremanera la ayuda prestada por el funcionario municipal D. Santiago Rodríguez Monzón del Área de Cementerios. D. Santiago nos facilitó los planos que hemos utilizado como base de nuestra investigación. No menos agradecimiento dedicamos a. D. Antonio Lorenzo Guedes y Pérez de Azofra. D. Carmelo Déniz Betancor por sus aportaciones. Especialmente mención merecen D. Agustín Suárez Hernández, autor del trabajo de campo que dio como resultado el actual plano del Cementerio de Los Llanos y D. Echedey Basso Falcón, quien me acompañó en el largo transcurso de las investigaciones y el volcado de datos. Agradecimiento extensible a mi colaboradora Dña. Luz Marina Delgado Hernández, quien años después me ha servido de amanuense para ampliar y corregir este trabajo sobre los Cementerios teldenses que ya se había publicado en un primer momento en el año 2014 en la Guía Histórico-Cultural de Telde.

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