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Primera Plana

Amistades

Columna de Rafael Álvarez Gil

RAFAEL ÁLVAREZ GIL 1 Viernes, 22 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura: Actualizada Viernes, 22 de Noviembre de 2024 a las 06:56:31 horas

El sacerdote José Alonso Morales fue en vida un sembrador de compromiso social. Fundó, agrupó y avivó círculos de cristianos de base con pasión hasta prácticamente los últimos días de su vida. En la casa parroquial en Vegueta donde residía, las visitas en el postrimero tiempo de su vida se multiplicaban de amigos y amigas que querían interesarse por su estado de salud. Con quien tuvo una amistad, una enorme amistad, fue con José Miguel Pérez. De hecho, cuando esta semana nos enteramos del fallecimiento del expresidente del Cabildo de Gran Canaria, exvicepresidente del Gobierno de Canarias y otrora líder de los socialistas isleños, enseguida me acordé de Pepe Alonso.

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Alonso Morales nació en Arico, Tenerife, en 1939. Pero recaló en Gran Canaria. Su arraigo a la sociedad civil fue indiscutible, de la mano de su gestión del Aula Manuel Alemán profesó la participación cultural en diálogo con la fe. Su nombre viene del sacerdote, teólogo y pensador, procedente de Agaete, Manuel Alemán; autor del célebre ensayo ‘Psicología del hombre canario’, imprescindible para entender al isleño y a nuestro pueblo. 


Pepe Alonso en una presentación de un libro suyo en la postrera etapa de su vida, en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, confesó con emoción que al ver la sala llena y mirar a los ojos de los allí presentes, veía a Dios en ellos. Solo una personalidad con fuste, en sintonía con la vida, en sosiego permanente, logra elevar semejante afirmación a la atalaya del que es sabedor de lo efímero de nuestra existencia. Aquella frase quedó taladrada, perdura en mi memoria aún hoy. Los ojos y su sentimiento erigido como enlace comunal que nos define a cada uno de nosotros antes de la muerte. El de Arico, abonado a las largas estancias en su querida Artenara, quiso así despedirse de algún modo, en cuanto que era consciente de realidades espirituales más profundas que le aguardaban. Ahora estará con José Miguel Pérez en consonancia recíproca.


A este sacerdote le preocupó especialmente la migración. E ideó cuentos y postales, imaginarias o no, acerca de plasmar el testimonio de Jesucristo en la realidad cotidiana de los que llegan al archipiélago en patera y cayuco. Tuvo la habilidad de lindar mensajes, el de la fe y el social, para ponerlo sobre la mesa y agitar conciencias. Eso hizo siempre: envalentonar compromisos de cada uno por los demás.

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