Apareció cuando el PSOE, tanto estatal como canario, estaba en horas bajas tras las noventeras victorias del PP de José María Aznar. El ‘felipismo’ había sucumbido, en las islas el centroizquierda no tocaba poder desde 1993 (cuando lo que sería CC le montó la moción de censura a Jerónimo Saavedra) y no había dentro del aparato candidatos futuros que diesen un aire de frescura. Fue entonces cuando asomó el nombre de José Miguel Pérez. Un catedrático de Historia de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria que aterrizaba en política institucional, al margen de sus esporádicas intromisiones en la efervescencia estudiantil lagunera. Esto ya era otra cosa.
Enfrente tendría a José Manuel Soria. Amo y señor de la marca de los populares en el archipiélago, que ya había desplazado a José Miguel Bravo de Laguna. Y la pugna se disputaría en el Cabildo de Gran Canaria. En 2003 ganó Soria. En 2007 volvió a hacerlo pero sin mayoría absoluta; y ahí
estuvieron raudos Pérez y Román Rodríguez (con una NC que acababa de comenzar su andadura) para presentar la moción de censura.
Aquello duró solo un mandato. El historiador intuyó que revalidar el poder insular no estaba al alcance ante un PSOE que pagaría en las urnas las primeras medidas de austeridad y recortes de José Luis Rodríguez Zapatero, que se había inmolado políticamente en mayo de 2010 ante el Congreso de los Diputados. Sin embargo, la relación entre Soria (vicepresidente autonómico) y Paulino Rivero se había atascado. Y el sauzalero deseaba un pacto con los socialistas para 2011. Dicho y hecho. Sería el académico su próximo vicepresidente y consejero de Educación, Universidades y Sostenibilidad. Fue un gran consejero del ramo. Entre Rivero y Pérez el entendimiento fue perfecto, armónico. Y agotarían ambos por completo la legislatura, algo inaudito en Canarias.
Pérez aportó fuste al PSOE. No era mitinero ni poseía especial carisma. Su timidez hizo que más de uno pensara que era distante, frío o soberbio cuando, en realidad, era eso: tímido, un gran tímido. Cercano a cristianos por el socialismo. Además, fue promotor de recuperar la figura de Juan Negrín para el PSOE, el partido en el que estuvo durante la Segunda República y la Guerra Civil, hasta que lo expulsaron inmerecidamente por coqueteos con los comunistas; los mismos soviéticos que fueron imprescindibles para que la República sostuviese el esfuerzo bélico hasta 1939 tras el golpe de Estado de Francisco Franco y sus conmilitones en el verano del 36.
José Miguel Pérez respondía al PSOE de cuadros. Su lugar natural fue apoyar a Susana Díaz cuando el proceso de primarias ante Pedro Sánchez. Luego fue alejándose poco a poco de la vida partidaria, le incomodaba lo orgánico. Aportó seriedad a la política. Fue un hombre bueno.

























Jorge | Jueves, 21 de Noviembre de 2024 a las 08:07:12 horas
Toda una gran perdida humana y política. DEP
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