
Es tal el ritmo vertiginoso de la información política que, con frecuencia, y cada vez más, se mezclan churras con merinas. Una cosa es que la actuación de los reyes aquel domingo en la zona perjudicada fuese notable, padeciendo de lo lindo, pero manteniendo la templanza, y otra bien distinta es esa ola antipartidista que quiere que el rey sea el que gestione. No es así. Estamos en una monarquía parlamentaria. No en el absolutismo del Antiguo Régimen. Y a Dios gracias. Para ser precisos, costó lo suyo en avanzar la soberanía popular. Lo mismo que lo hizo el Derecho Constitucional. Que es su razón de ser.
Felipe VI no puede ni debe sustituir a los partidos. El rey reina pero no gobierna. Una premisa en democracia clara que, sin embargo, ahora queda destartalada por la justicia tuitera y los debates en las redes sociales que sientan cátedra. Cuidado porque así, poco a poco, nos cargamos la democracia. Sin formaciones políticas, hoy por hoy, no hay democracia. Y si esta es descabalgada sobreviene el caos que, casi siempre, acaba en dictadura. La misma que a partir de 1975 hubo que desmontar de la mano de Juan Carlos I y Adolfo Suárez. Aunque numerosos jóvenes en el presente no saben quién fue Suárez. Eso sale caro.
El próximo año se cumplirán cincuenta de la muerte del dictador Francisco Franco. El momento que, amén de la pugna obrera y popular, conllevó se abriese la disputa política que cerró con la Constitución de 1978. Desde entonces vivimos un periodo de estabilidad de décadas, con sus más y sus menos, que conviene poner en valor. Precisamente porque otros jalean totalitarismos digitales y reparten carnés de sectarismos. Mal asunto.
Lo que deparará los próximos cursos nadie lo sabe. Pero las instituciones están al servicio del pueblo. Incluida la monarquía. Y ese domingo de marras actuaron los monarcas espontáneamente. Recibieron el fango de la ultraderecha y otros elementos descontentos con lo que allí se vive. Mas estos, Felipe VI y la reina Letizia, no están para suplantar al PSOE, PP o siglas que convengan. Algo que es elemental y, por el contrario, hay terceros que tratan de que la sociedad lo olvide. Si en Estados Unidos detrás de Donald Trump hay magnates que juegan a ser editor con la instantaneidad de la comunicación en internet, y tienen influencia planetaria, o casi, ¿qué podemos esperar?
Olga Maria Rivero Santana | Miércoles, 13 de Noviembre de 2024 a las 10:24:46 horas
A estas alturas, creo que todos sabemos que tenemos una Monarquía Parlamentaria, que la Soberania Nacional Reside en El Pueblo, (son los políticos políticos a los que "se les olvida) y somos los que elegimos a "nuestros representantes", los cuales cada vez NOS REPRESENTAN MENOS. Sabemos cuál es la función del Rey (la cual particularmente valoro), y la "confusión" la tienen y la siembran, desgraciadamente los políticos (de todos los "colores" e "ideologías").
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