Ayer fue una jornada importante en la historia de Gran Canaria. En el patio del cabildo se exhibió los primeros restos óseos, objetos personales, casquillos y restante evidencias que certifican lo que durante más de medio siglo sabíamos: los asesinatos de la represión franquista llevados a cabo en la sima de Jinámar. Antonio Morales, junto a Teodoro Sosa y José Guillén y Javier Velasco, arqueólogos de la corporación insular, dejan constancia de que el trabajo da sus primeros frutos. Aún falta mucho por esclarecer y, por ende, recuperar la memoria democrática. Pero ya se camina, dicho en términos coloquiales. Y eso para la sociedad isleña es fundamental en cuanto que la sima de Jinámar es la gran asignatura pendiente de Gran Canarias en aras de la dignidad democrática.
La aparición de casquillos pertenecientes a fusiles Máuser, arma estilada en la Europa de entreguerras y usada por el ejército, dejan dos conclusiones. La primera, que lo acontecido en la sima de Jinámar no fue para nada unos paseos nocturnos promovidos sin más por los ‘camisas viejas’ de Falange y algún elemento parapolicial o, si acaso, ceñidos solo a Guardia Civil. Hubo algo más. Es decir, apunta a que concurrió la presencia de las fuerzas regulares militares. No fue un pelotón descontrolado de falangistas al que las fuerzas del orden miraron hacia otro lado y les dejaron hacer. La segunda, que tal como anotan las investigaciones iniciales se repite elementos comunes de la sima de Jinámar con Tenoya y Arucas y, por lo tanto, la aniquilación fue sistemática, respondió a pautas y se practicó a lo largo de un tiempo más o menos prolongado.
Estas dos claves, evidentemente, se intuían hace mucho. Pero la intervención arqueológica lo confirma, le añade valor. Toca proseguir en la investigación y no escatimar recursos financieros la institución insular, que no lo hará. Todo lo contrario, Morales lo tiene como una prioridad. Solo resolviendo del todo lo ocurrido en la sima de Jinámar se podrá cerrar la herida, aunque no será tarea nada fácil. La propia dictadura (sus acólitos) quiso entorpecer lo sucedido en cuanto que el acceso a las profundidades de la sima es una misión quijotesca en la que hay que sortear obstáculos de toda laya.
Dentro del pesar que conlleva siempre acercarse a la realidad de los asesinatos en Telde, hay una alegría en cuanto que el cabildo está logrando desenterrar el enigma y detalles que el franquismo quiso olvidar por siempre en la sima de Jinámar. Hay que seguir.
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