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Primera Plana

Asturias, 1934

Rafael Álvarez Gil

RAFAEL ÁLVAREZ GIL Miércoles, 30 de Octubre de 2024 Tiempo de lectura: Actualizada Miércoles, 30 de Octubre de 2024 a las 07:05:58 horas

Este mes se cumplen 90 años de la revolución de Asturias, la última proletaria que ha habido en Europa. Inmersa España en la Segunda República, la cuestión social volvió a emerger, tal como había marcado (y marcó) nuestra Historia del siglo XIX y XX. Eso, más el retroceso imperial que no cuajó a tiempo en Estado nación, es el devenir español, con especial incidencia de diván en 1898 con el despojo de las postreras colonias de Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Aquel octubre del 34, tras la entrada de ministros de la derecha de la CEDA en el Ejecutivo del populista Lerroux, el movimiento obrero se organizó especialmente en Asturias, más la contestación identitaria en Cataluña.


Hubo una severa represión política por los militares. Y solo la victoria del Frente Popular en febrero de 1936 permitió la liberación de los líderes e implicados de la prisión. Muy poco[Img #1017475] después vendría el golpe de Estado y su fracaso parcial que devino en la Guerra Civil. La Segunda República no pudo, porque se lo impidieron con denuedo, consolidarse como una democracia liberal al uso en la Europa de entreguerras. Encima, tuvo que lidiar con las repercusiones del crac de 1929. Vamos, todos los condicionantes para que la empresa no tuviera buen fin.


Faltó la implicación de una derecha burguesa no monárquica que estabilizara los zarandeos ideológicos a ambos lados. Todos los males de España se enzarzaron en esa década, espoleados luego por el golpismo de Francisco Franco y sus conmilitones. Mas la revolución de Asturias en 1934 fue un clamor social de primer orden. Los mineros, la dinamita y los cañones incautados en las fábricas de armas, ensalzaron la causa del movimiento obrero en el norte peninsular. Fue la última revolución proletaria. 


Hoy conviene recordar los 90 años no solo porque está a punto de finalizar el mes y toca rendir tributo a la memoria colectiva, sino porque en la actualidad (aunque quizá sin la intensidad de antaño) sigue presente la cuestión social. Cuando hay desigualdad no hay democracia que prospere. Sin clases medias brota la crispación. Y los desahucios, la ausencia de vivienda asequible, los bajos salarios y un Estado del Bienestar maltrecho desde los recortes posteriores a la crisis financiera de 2008, impiden la prosperidad colectiva. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Una tendencia que supera nuestras fronteras. Las clases sociales siguen existiendo.

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