Unidas Podemos sube el listón de su apoyo al Gobierno de coalición conformado por PSOE y Sumar. A su vez, el espacio de Yolanda Díaz, a modo de reacción, hace malabarismos parlamentarios con el PP de cara a presionar al PSOE en la medida que ya la gallega se ve atosigada por Irene Montero e Ione Belarra. Al igual que la UCD de Adolfo Suárez y el PCE de Santiago Carrillo llegaron a entenderse con tal de frenar el ascenso del entonces joven Felipe González. Son jugadas rocambolescas que solo se entienden en el corto plazo. Que no es poco.
Con todo, aquí el perjudicado es Pedro Sánchez. Pero lo es porque siendo más de izquierdas, o de izquierdas directamente, no estaría sometido a estas situaciones sobrevenidas donde se pide (con razón) denunciar el genocidio de Israel contra el pueblo palestino rompiendo momentáneamente las relaciones diplomáticas y topar los precios del alquiler, especialmente en las zonas tensionadas. Medidas sociales que se proponen ante el vacío.
Por su lado, Junts rebaja el acoso pues paradójicamente podría saltar el tablero actual por los aires por las fisuras dentro de la izquierda y no por Carles Puigdemont. Y no es plan para ellos. Nunca fue buscado que se les robase el protagonismo. Para eso no han llegado hasta aquí, ley de amnistía incluida. De nada le vale a Puigdemont que ahora la pugna entre Unidas Podemos y Sumar les desplace del escenario. Y la política tiene mucho de teatro.
Claro, si Puigdemont no aprieta, Unidas Podemos tampoco puede hacerlo. No le gustaría a su público. Lo que sí está consiguiendo Belarra y Montero es evidenciar que Yolanda Díaz por sí sola no tiene recorrido, que el futuro de la izquierda no reside precisamente en Sumar y que Unidas Podemos está vivo por mucho que terceros quisieron matarlo políticamente. Aventurarse más allá carece de sentido. Es una cirugía de precisión la que vivimos en el Congreso de los Diputados. No es solo fragmentación parlamentaria sino toques a varias bandas que, en cualquier instante, el balón cambia sin ser percibido. Sánchez está en medio. Y el PP inmerso en su guerra interna, Isabel Díaz Ayuso mediante. Y las comunidades autónomas a lo suyo, esperando qué acontece con la financiación autonómica para calmar a Cataluña. Y así las semanas pasan. Aunque el reloj corre en contra de Yolanda Díaz que más vale que asuma que la realidad partidista no es la que deseó.
























Olga Maria Rivero Santana | Jueves, 24 de Octubre de 2024 a las 09:08:32 horas
Que la política tiene mucho de "teatro", hace rato que lo hemos "descubierto"; todos ellos y ellas, "interpretan un papel" que van "modificandi" y "adaptando" a sus intereses, moviéndose no por "convicciones" sino por "conveniencias". Sus "malabarismos" para mantenerse en los diferentes estatus de poder, no tiene ya "medida", "vale todo" y "con todos". ¿Quién es quién y qué defienden realmente? Pues "depende" de lo que les "convenga" a sí mismos o a sus partidos. ¡Así de repugnante está la política!
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