
El idilio entre Juan Carlos I y Bárbara Rey era un secreto a voces. De hecho, las fotografías publicadas esta semana pasada por una revista extranjera tampoco ha supuesto el gran titular que parase las rotativas. La leyenda urbana hace mucho tiempo que era una realidad palpable. Y al margen de los debates moralistas en torno a la figura de la monarquía, los asuntos de alcoba de unos y otros son privados. Lo que no lo es, ni por asomo, es el dinero público que nos ha costado. El silencio de Bárbara Rey lo pagó la ciudadanía. Ella sabía lo que hizo. Y hubo que pasar por caja. Y facilitar su contratación en TVE y algún canal autonómico. Y eso sí que duele porque la gente trabajaba cada mañana para, con sus impuestos, sufragar las aventuras del monarca. Por no mentar la instrumentalización de los servicios secretos, entonces el CESID, para llevar a cabo las operaciones de blanqueamiento.
El hijo de Bárbara Rey dice estar peleado con la madre. Puede que no. Que todo sea un teatro, la mala relación entre ambos, como pretexto permisivo que permita al hijo publicar y republicar fotos y más fotos entre ella y rey emérito. Con todo, la realidad es la que es: no podemos volver a pagar para cerrar el grifo. Es lo que tiene aceptar un chantaje, que luego eres preso del mismo u otros más adelante. Y en esas estamos. Ya en 2024.
Esperemos que Felipe VI no actúe como el padre. Es decir, que no abone lo que ella y el hijo, juntos o por separado, pretendan. De momento, todo apunta que el famoseo de tarde y nocturno en televisión lo sufragan las cadenas privadas. Que lo hagan nuestros impuestos, no tiene un pase. Demasiado tuvimos en los noventa como para ahora repetir nosotros la figura de espectador pasivo ante las andanzas del rey.
Entre Corinna Larsen y Bárbara Rey, muchas irregularidades asoman. Y dinero público derrochado. Aportado por el españolito medio y trabajador. Hoy, gracias a la revolución digital y los avances informativos, no se puede tratar de ocultar con un dedo la luna. Y la situación desborda a la Casa Real. No es para menos. Como tampoco lo es el fingido silencio de la reina Sofía. Todo un drama aliñado durante décadas para que todo siguiese aparentemente igual. Ojalá Felipe VI aprenda la lección.
Jorge Benito | Lunes, 30 de Septiembre de 2024 a las 10:12:15 horas
El Rey de España está POR ENCIMA de los partidos políticos.
Y el Rey Juan Carlos, ADEMÁS, está por encima del BIEN Y EL MAL
Se olvida que el Rey y su esposa, "ADEMÁS DE SER SERIOS, LO DEBEN APARENTAR"
La REINA SOFIA, una señora y su hijo Felipe todo un REY.
El resto, TODOS LOS DEMÁS, para mí, NO EXISTEN.
He dicho TODOS/AS LOS DEMÁS : esposa, hermanas, sobrinos/as,....
Hace bien el REY FELIPE VI en blindar a sus dos hijas, de sus familiares. NO les benefician en nada.
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