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A la edad de 85 años

El Valle de Jinámar llora la pérdida de Encarnación Ponce Rodríguez

La capilla ardiente está instalada en el Tanatorio San Miguel de la capital grancanaria

TELDEACTUALIDAD/Telde 1 Lunes, 23 de Septiembre de 2024 Tiempo de lectura: Actualizada Lunes, 23 de Septiembre de 2024 a las 07:09:02 horas

El Valle de Jinámar llora el óbito de Encarnación Ponce Rodríguez, de 85 años. Falleció este domingo 22 de septiembre y era una persona sumamente alegre y querida que confeccionaba unos belenes gigantes en el Centro de Adultos de la zona.

 

 Era madre del compañero y extraordinario periodista Antonio José Fernández Ponce, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Málaga, quien ejerció durante años de redactor del periódico La Provincia en Telde y actualmente es redactor-reportero de Televisión Canaria.

 

La capilla ardiente está instalada en el Tanatorio San Miguel de la capital grancanaria, a partir de las 8.00 horas de este lunes, donde a las 13.00 horas se oficiará una misa funeral y a las 22.00 horas tendrá lugar el acto de incineración en la intimidad familiar.

 

TELDEACTUALIDAD se suma al dolor por tan sensible pérdida y expresa su pesar a su esposo Antonio Fernández Martín; a sus hijos Encarnación, Antonio José y Samuel Fernández Ponce; hijos políticos Enrique Santana Hernández, Mónica Arencibia Tost y Yéssica Vera Sarmiento; a sus nietos Lucía Fernández Betancor y Samuel Fernández Vera; hermanos Antonio Ponce Rodríguez (+); hermana política Josefa Santana (+); cuñadas, sobrinos y demás familia.

 

Vuela alto, mamá, vuela alto!

Antonio José Fernández Ponce

No tendría vidas de sobra para poder agradecerte todo lo que hiciste por mí desde que me trajiste al mundo, hace casi medio siglo. Lo que has hecho no ha sido poco, y tanto tú como yo lo sabemos.

 

Criarse siendo huérfana de padre y madre desde muy pequeñita, mendigando por las calles de esa oscura Granada en plena posguerra, comiendo literalmente de la basura, como nos contabas a tus hijos, con las manos plagadas de sabañones por el frío, sirviendo en casas desde los 11 años y, luego, trabajando como una mula hasta conocer, por cosas del destino, que tenías un hermano legionario en Canarias y que aquí podrías tener un futuro...

 

Se me llena la boca cuando hablo de ti y se me nublan los ojos por lo campeona que has sido. Tú presumiendo de hijos cuando debiera ser al revés.

 

Por cómo los has criado, por cómo, pese a tus infortunios, te has querido superar, ganándote el pan con dos y hasta tres trabajos a la vez: en el Hotel Palace, en una conservera en Guanarteme, limpiando, fregando, en una distribuidora de revistas...

 

Y luego, queriendo crecer, ya metida en los 50, aprendiendo a leer y a escribir en Radio Ecca, a repetir 20 mil veces el curso de alfabetización del centro de adultos del Valle de Jinámar no porque no lo aprobases, sino porque te gustaba ese ambiente, con tus mismos compañeros, con los que te metiste en teatro, en senderismo, en viajes, en pachanguear en verbenas y en lo que se terciase. En hacer belenes de tamaños elefantiásicos y a los que sólo les faltaba tener camellos de verdad.

 

Encarnita, así conocida en su bloque de Jinámar, la de las ocurrencias, la de las bromas, la de las muecas inverosímiles. La que decía "a las penas, puñaladas". La que me sacó de una clase en la facultad con una llamada al teléfono fijo del conserje para encargarme otro décimo de lotería para la vecina, la que llamó a Flora Martín para presumir, en directo, de hijo en la radio, la que hizo lo mismo con una alcaldesa en plena calle, (hay qué ver, mamá!!), la que no faltaba a unos Carnavales y, en definitiva, a cualquier sarao porque para desgracias ya fuiste sobrada con tus primeros 20 años...

 

¿Sabes qué te digo?  ¡¡¡Que te tienes el cielo más que ganado!!!

 

Has esperado por tus nietos para poder despedirte de todos y sin hacer prácticamente ruido, con 85 años y un "Que me quiten lo bailado" que ha dejado incluso sonrojado a este jodido Alzhéimer que, al menos, no ha sido tan cruel como, visto lo visto, podría haber sido.

 

Vuela alto mamá, vuela alto.

 

Dale besos a mis abuelos y a nuestros seres queridos. Y diles que yo también quiero conocerles.

 

Gracias por haber sido así. Gracias por amarnos tanto y no dejarte nada para ti.

 

Gracias, no me los dejó atrás, al personal médico de la quinta planta del Perpetuo Socorro y a los médicos de Urgencias que esté fin de semana han manejado, como han podido, nuestras emociones. Empatía, miradas que acompañan, profesionales de los pies a la cabeza.

 

Mamá, estoy seguro de que ahora vas a recoger de sobra todo lo bueno que sembraste en este mundo.

 

Te quiero y sé que volveré a verte.

 

Pd. Ah, y muy buena jugada esa de esperar hoy al momento en el que el Cristo de Telde subía de nuevo a su altar para aprovechar el viaje y agarrarte a la cruz.

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