Apenas llegan películas no comerciales ni americanadas a las salas de los cines en Canarias. De hecho, quedan pocos. Y uno aún mantiene la nostalgia del hábito (hasta el otro día) de consultar la cartelera y mirar las críticas en la prensa del viernes. Entonces, al menos teníamos el Monopol en Las Palmas de Gran Canaria, un reducto cultural que cuánto se echa en falta actualmente; suplía lo que todavía queda en Madrid de la gran pantalla. Por eso, al encontrar (con suerte) que en el centro comerciales Las Arenas pasaban ‘El 47’, dirigida por Marcel Barrena, no lo dudé. Lo hice impulsado por las buenas referencias que circulan en los ámbitos sindicales y de Comisiones Obreras que están fomentando el largometraje.
Sin embargo, el protagonista (que existió en la Barcelona que casa el franquismo con la Transición) no solo era un líder vecinal sino que fue militante del PSUC y de Comisiones Obreras. Pero de esto en concreto no menciona nada la película. Solo se ciñe a lo vecinal, que es colectivo y valioso, pero queda a medias. La lucha vecinal justo propiciada en los extrarradios de las grandes ciudades al calor de la inmigración interior durante el desarrollismo franquista generó bolsas de vivienda de aluvión que, al llegar la democracia, estaban necesitadas de infraestructuras y servicios públicos mínimos: agua, luz, colegios, líneas de guaguas… En Gran Canaria tenemos el ejemplo, sujeto a lo insular, de Vecindario en Santa Lucía de Tirajana, que creció poblacionalmente y tantas carencias tenía que hasta Adolfo Suárez realizó una visita.
Merece la pena ir al cine a verla. Mas conviene certificar que lo político no puede desdeñarse. Sin militancia, sin agrupación de esfuerzos que se organice, no hay metas a lograr. Incluso, lo vecinal se ha diluido y hoy persisten nombres de calles franquistas o referentes a la conquista castellana que los ayuntamientos no cambian por no incordiar a los vecinos con el papeleo; y eso es memoria histórica que hay acometer.
El enorme triunfo del neoliberalismo ha sido la victoria arrolladora de lo individual (y, por ende, del ego) sobre lo colectivo. Eso es ideología. Tampoco se cita pero es efectiva. Al estado sociológico presente nos remitimos. ‘El 47’ rescata lo coral como método de superación de obstáculos. Solo así mejoran los barrios. Aunque Manolo Vital, guagüero en Barcelona, era un militante sindical y político. Importante recordarlo.
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