
Se equivoca Pedro Sánchez si se olvida del Parlamento. Ya manifestó unas declaraciones en Ferraz en las que dejó claro que el Gobierno estaría sobre el poder legislativo, aunque pronto tuvo que arrepentirse. No es así. Fue un error decir eso. La legitimidad del Ejecutivo, la suya como presidente, nace precisamente de la validez parlamentaria que le otorga la Cámara en la sesión de investidura. El poder legislativo se la da y, a la vez, puede quitársela a través de una moción de censura; o una moción de confianza si el jefe del Ejecutivo la presentase. Las reglas de un sistema parlamentario (y no presidencialista) son estas, y no otras. Y Sánchez, o el que esté en su lugar, debe respetarlas.
Lo que acontece es que la mayoría parlamentaria que sustenta al actual Gobierno de coalición (PSOE y Sumar) es débil, más débil que la de la anterior legislatura. Junts se lo recuerda permanentemente, uniéndose a PP y Vox en las votaciones, incluso en materias socialmente sensibles como la protección de la vivienda para los más débiles. Pero también Unidas Podemos está dispuesto a jugar sus cartas si las acciones gubernamentales no llegan lejos (por ambiciosas) o hiciera recortes. Los equilibrios son difíciles.
Carles Puigdemont tiene a su alcance el futuro del Gabinete. Así de claro. Por eso Alberto Núñez Feijóo, aunque lo negase, sabe que asimismo necesitará antes o después de Junts. Nos confunden los principales partidos al ocultar sus propias debilidades; tanto el PSOE como el PP, de una forma u otra, está atado al tema catalán. Y quien lo niegue, como Sánchez en 2019 cuando se jactó de que traería de vuelta a España a Puigdemont porque la Fiscalía dependía de él, hace un flaco favor a su electorado y a la opinión pública.
Sin el Parlamento, no se puede gobernar. Se podrá si acaso estar en el Gobierno, que es otra cosa. Y en ese poder legislativo, el que decanta la inclinación de la balanza es (hoy) Puigdemont. ¿Habrá una moción de censura auspiciada por PP, Vox y Junts? Puede. O, al menos, Puigdemont nunca cerrará esa puerta porque dejarla entreabierta le da fortaleza de cara a Sánchez. Por eso ha dicho que el PSOE debe sudar la camiseta. Eso sí, Sánchez puede prorrogar las cuentas estatales sin problema de no aprobar los Presupuestos Generales del Estado para 2025. Esto, lo de prorrogar, lo hizo Mariano Rajoy. No es lo ideal. Mas hace tiempo que convivimos con las herramientas menos malas de la política.
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