Al PP se le agota la premisa de la amnistía. El tema no da más de sí. Y Alberto Núñez Feijóo tratará de abrir otros frentes, una vez constatado que sin catalanes y vascos no tendrá fácil gobernar. Y si lograse entrar en La Moncloa de la mano de las ultraderechas (Vox y SALF), enseguida necesitará llamar a las burguesías territoriales en aras de lograr respaldos para despojarse de los fanatismos neoespañolistas. El gallego, con Vox y SALF siendo partícipes directos o indirectos del poder, no tendría manera de manejar la España plurinacional a la vez que resucitaría el conflicto social, huelgas generales mediante. Dicho en plata, la mera idea en el horizonte de un Gobierno de los populares sustentado en las extremas derechas, es insostenible; conllevaría el desmantelamiento de la España constitucional pensada en la Transición. Entonces el PCE, como los comunistas en Francia e Italia, ayudó a implementar la democracia. El adversario era el aparato franquista, hoy Vox son los hijos y nietos de esa herencia dictatorial, franquismo sociológico. Por eso no vale la equidistancia: no es lo mismo la izquierda parlamentaria que los neofascismos. La historia europea del siglo XX fue la que fue.
Lo malo de agitar la amnistía es paralelamente la trifulca que ha habido con el poder judicial. Por eso es importante que el Tribunal Constitucional sentencia pronto para aclarar una idea cardinal que ha atravesado el inicio de la actual legislatura: la amnistía, Cataluña. Solo así podrá alcanzarse una mínima normalidad que permita discurrir el mandato en condiciones razonables.
A estas alturas, la oposición no puede sustentar su acción parlamentaria con el tema catalán. No es viable. De ahí, que Pedro Sánchez se pusiera como meta imperiosa la investidura de Salvador Illa. Resuelto esto, Feijóo está obligado a modificar su guion. Cataluña no es banderín para el PP ya. Y proseguir en esta senda territorial le hace perder enteros al gallego, que precisamente requiere con urgencia distanciarse del ‘ayusismo’ de Madrid y de Vox y SALF.
O Feijóo es moderado o el sistema político se estancará, cuando menos. El PP no puede protagonizar, estando en el poder estatal, un enfrentamiento social justo cuando la desigualdad crece tras la Gran Recesión de 2008 y la austeridad posterior. Esa dimensión de recortes y medidas antisociales sería la perdición de Feijóo. Este tiene que sacar temas como la vivienda, la igualdad de género y la mejora de la calidad del empleo. Cómo lo haga, qué proponga, es otra historia.
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