
Alquilar en Canarias se ha convertido en un problema. Hablamos de alquilar con vocación de permanencia, por larga estancia. Vamos, los alquileres de toda la vida. El de los pensionistas, la joven parejita o el grupo de amigas. Lo que era siempre normal y, sin embargo, hoy es una anomalía o una odisea. La vivienda vacacional ha devorado el mercado, impidiendo el acceso a un alquiler razonable por parte de las clases medias y trabajadoras. La especulación ha llegado a semejante punto que hasta es desorbitante para estudiantes el mero alquiler por habitaciones. Y la problemática ya no es solo en Gran Canaria y Tenerife, se ha ensanchado al archipiélago.
La vivienda vacacional hay que restringirla cuanto antes. Incluso prohibirla en zonas tensionadas. Si el monocultivo de la economía isleña es el turismo, no podemos permitir que el alquiler por días o semanas a visitantes y extranjeros, fulmine los posibles de la gente nuestra. Se ha permitido una espiral de especulación que ha motivado el hartazgo cívico que se manifestó el pasado 20 de abril en las calles y plazas de Canarias. Eso no fue casual. Al contrario, es fruto de un descontento e impotencia social gestada durante mucho tiempo.
Los edificios de viviendas no pueden tornar en hoteles. Las comunidades, cuando hay arraigo, funcionan mejor. El trasiego de gente que va y viene varias veces a la semana o al mes, impiden una cotidianidad estándar al resto de propietarios e inquilinos. Y, además, en las zonas céntricas de las ciudades canarias, expulsa a nuestra gente. El turismo deja entonces de ser razón que permite vivir a todos para pasar a ser el colectivo esclavo del turismo. Dicho en plata, las islas deben vivir del turismo y no el turismo acabar con el archipiélago. Y eso pasa primero por cuidar la autoestima de nuestra gente.
La concienciación del peligro que supone el alquiler vacacional va a más. Perjudica a la gran mayoría. Solo opera a favor de una minoría especuladora que rompe la cohesión social. No digamos ya si encima acontece en un territorio frágil como el nuestro. La combinación de crecimiento poblacional y precios desorbitados de la vivienda es un cóctel explosivo para Canarias. Y no conlleva nada bueno. Quien piense que lo vivido a son de las manifestaciones, se ha diluido sin más, está equivocado. El descontento social persiste. Y tiene motivos de sobra para ello.
Jose | Martes, 10 de Septiembre de 2024 a las 18:37:12 horas
El problema es que es dinero fácil y rápido. Además cualquier cosa vale como alquiler vacacional, que no sé ni cómo lo alquilan.
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