
Qué difícil es entender España que hasta el propio PP no se pone de acuerdo en cuanto a la financiación autonómica. Si tan sacrosanta es su unidad, visión centralista y espíritu de herencia imperial en varios océanos, ¿cómo es que incluso entre los populares no emerja sin más las propuestas de financiación territorial? Es aquí donde tropezamos, otra vez, con la plurinacionalidad. Con la realidad de que España es un Estado compuesto. Y que la gran mayoría de avances en el autogobierno, por no decir todos, es obra primero de los catalanes y vascos que arrastra el apetito periférico del resto; salvo en la meseta que ha ido al dictado de Madrid.
Dicho en plata, el mismo Alberto Núñez Feijóo que va de la mano (o ha ido) de Vox es el que tendrá (si quiere gobernar) que ponerse en común con PNV y Junts. Sí, he dicho Junts, la plataforma del prófugo, maligno y diabólico Carles Puigdemont (léase la ironía) que osó romper España y su herencia y gestas conquistadoras que asumimos de generación en generación… Al final, la política tiene altas dosis de pragmatismo. Máxime en los partidos, como el PP, que nacen con vocación sistémica. El PP, sin ir más lejos, viene a ocupar el espacio de orfandad que dejó UCD, que sirvió para lo que sirvió, hacer la Transición y santas pascuas, y visualizar la oferta electoral del centroderecha. Todo ello, evidentemente, con el previo viaje al centro del primer José María Aznar.
De hecho, de cuando en cuando, flota en el ambiente una especie de nostalgia por el primer mandato de Aznar, en el que pactó con nacionalistas vascos, catalanes y canarios. Era mediados de los noventa, estaba a punto de irrumpir un largo ciclo de crecimiento económico que duraría hasta 2008, y al PP no le quedó otra (porque la aritmética parlamentaria era la que era) que dialogar con CiU, PNV y CC. No es que Aznar luego, con la mayoría absoluta de 2000, cambiase y se tornase en un dogmático neoconservador al amparo de la Administración Bush, sino que fue Aznar como la vida misma. Dicho en plata, con mayoría absoluta salió el Aznar (y el PP) que era.
Ahora que tanto hablamos de fragmentación parlamentaria, producto de la crisis del bipartidismo hace una década, puede que en verdad esa misma fragmentación sea una voluntad ciudadana que pasa por contener a los líderes. Que, a estas alturas, no quieren que ni Pedro Sánchez ni Feijóo puedan mostrarse en su totalidad como son, porque crea recelos. Vamos, un antibiótico preventivo para que no haya más Aznar ni Felipe González.






















Mariola | Martes, 27 de Agosto de 2024 a las 11:58:21 horas
Bastante de acuerdo con la columna de opinión. Sólo ellos (PP) pueden pactar con nacionalistas. Llegará el momento en que necesitarán pactar con Junts y no se les caerá la cara de vergüenza porque saldrán con alguna explicación que sólo se la creerán los suyos.
Me gustaría comentar que acabo de escuchar a Carlos Mazón del PP, presidente de la Comunidad Valenciana, parece criticar al gobierno español por no tratar el tema de la inmigración primero con Europa antes que ir a los países de origen a los que ha ido el presidente del gobierno a tratar el tema in situ, que es lo que llevan ellos (PP) pidiendo. Pero… esta gente (PP) no sabe lo que quiere. ¿En el PP el único interés que hay es ser una piedra en el zapato? No parece que tengan intención de ayudar para resolver el problema de la inmigración. Bravo por la forma tan respetuosa con la que se trata dicho tema en las ciudades de Ceuta y Melilla y en la Comunidad Canaria. A ver si toman ejemplo otras comunidades.
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