José Juan Padilla 'El Paraca' regresa al boxeo como árbitro tras una vida de sacrificio

José Juan Padilla, conocido en el mundo del boxeo como 'El Paraca', se prepara para regresar al cuadrilátero, pero esta vez como árbitro, después de una carrera interrumpida por circunstancias personales.

Con más de 50 medallas, trofeos y diplomas de boxeo en su palmarés, Padilla se vio obligado a abandonar sus sueños deportivos en 2006 para proteger a su madre de la violencia doméstica que sufría a manos de su padre, según publica La Provincia-DLP.

Criado en el barrio de Jinámar, Padilla fue campeón de Canarias y de España, y obtuvo medallas en competiciones europeas y mundiales. Sin embargo, su prometedora carrera se truncó cuando decidió dejar la concentración olímpica para regresar a Telde y cuidar de su madre, quien temía por su vida. "Madre no hay más que una y fue la que me dio la vida", afirma Padilla, quien no se arrepiente de su decisión, aunque reconoce que fue doloroso ver a sus compañeros en las Olimpiadas de Pekín mientras él se quedaba al margen.

El boxeo siempre ha sido una parte esencial de su vida, y aunque intentó regresar al ring como deportista antes de la pandemia, ahora se enfoca en convertirse en árbitro, habiendo completado ya la parte teórica de su formación. Su objetivo es mantenerse vinculado al deporte que tanto le ha dado y seguir llevando el nombre de Telde a lo más alto.

Padilla sueña con recibir un reconocimiento público por parte de su ciudad, pero sabe que el mayor honor fue poder proteger a su madre en sus últimos años y ser un padre ejemplar para sus hijos. Mientras tanto, continúa trabajando para completar su formación y retomar su vínculo con el boxeo, esperando que su regreso como árbitro sea el comienzo de una nueva etapa en su vida deportiva.

Su maravilloso ejemplo de amor a una madre

La historia de José Juan Padilla, El Paraca, (Las Palmas de Gran Canaria, 1986) se escribe en los extremos. Sin término medio. De cómo un chico de barrio toca la cima en el deporte, recorre medio mundo representando a España, se proyecta como gran promesa nacional y, a los 20 años, en su plenitud, decide dejarlo todo, obligado por una situación familiar dramática.

 

«Mi padre le pegaba a mi madre. Tuve que volver para cuidarla y es lo que sigo haciendo. Hay una orden de alejamiento que nos protege de él, pero mi madre me necesita siempre cerca, por eso no he podido aceptar propuestas para seguir en el boxeo en Madrid o Barcelona», resume.

 

El Paraca pasó de vivir con su beca ADO, ayuda que se otorga a deportistas olímpicos y de alto nivel, y codearse con la elite del país a regresar a La Loma de Jinámar y poner el contador a cero. «No tenía estudios. Me fallaron los amigos que se suponía que me querían. Ni el ayuntamiento de Telde, que cuando peleaba por todo el mundo tanto me agradecía la promoción que hacía del municipio, movió un dedo por mí. Llegué a pasar miseria», recuerda cuando repasa aquel 2006 fatídico, en el que Mari Carmen, la mujer que le trajo al mundo, requirió su presencia por una cuestión de vida o muerte. «Nunca me arrepentiré de lo que hice. Madre no hay más que una. Ni toda la fama y el dinero del mundo pueden por el amor que siento por ella», dice convencido, aunque de lo que pudo ser a lo que es media un abismo.

 

 

Llamado a pelear por lo máximo en el ring, porque tras ser cuatro veces campeón de España ya era pieza emergente en el panorama internacional, hoy lo mismo coloca una silla, repone toallas que limpia un retrete. Trabaja en La Cornisa. «Le escribí una carta al Rey al verme sin nada que comer. Y a través del Consejo Superior de Deportes me consiguieron este empleo. ¿Que si me gusta? Es lo que hay y cumplo de la mejor manera. ¿Que podría estar mejor? No creo que la vida haya sido muy justa conmigo, pero tengo a mi madre».

Fuente: Ignacio S. Acedo/Canarias7