
Es un elemento habitual en el menú de la política canaria que el presidente de nuestra tierra pida o exija públicamente que el jefe del Ejecutivo estatal lo reciba si viene a veranear. Es el caso ahora de Pedro Sánchez que está en La Mareta y de Fernando Clavijo que aspira a ser atendido en un encuentro personal para tratar los temas que se tercien, hoy es la migración irregular, mañana podrá ser cualquier otro. Ya ocurrió con José Luis Rodríguez Zapatero cuando venía a Lanzarote y Paulino Rivero hacía lo propio. Es la tónica.
De hecho, lo que más inquieta a los secretarios generales o presidentes de los partidos estatales en las islas, es que su líder se vea con el mandamás institucional en las islas (pensemos que suele ser de CC) dándole notoriedad. Enseguida, el cosmos mediático se pone a funcionar a favor del presidente canario, dejando patente colateralmente la subordinación del que tiene mando en plaza del PSOE o PP en el archipiélago. Ocurre igual con los ministros. Y ya tuvo que lidiar con ello tanto Juan Fernando López Aguilar como José Manuel Soria.
Que este agosto Sánchez y Clavijo se vean, está por ver. La duda es si realmente merece la pena trasladar a la opinión pública ese pulso del presidente canario por ser convocado en La Mareta. La intención es la que es: tratar de reflejar mediáticamente que el líder estatal solo viene a descansar a Canarias mientras pasa olímpicamente de las preocupaciones de los isleños. Sin embargo, puede ser un arma de doble filo pues luego puede acontecer igualmente que esa imploración de Clavijo o de quien sea le reste valor a ojos de su propio electorado. A fin de cuentas, la agenda mediática y política actual ya no se pauta como hace quince años; revolución digital mediante. Con todo, es una decisión a mascullar por el Gabinete presidencial en el archipiélago.
En el lado estrictamente de las expectativas electorales, Canarias es junto a Cataluña y algún territorio más, de los enclaves donde el PSOE presume que ganaría de haber elecciones generales. Ángel Víctor Torres es uno de los barones con peso en Ferraz. Ganó los comicios canarios pero no pudo gobernar por no alcanzar una mayoría parlamentaria. La reforma del sistema electoral se quedó corta o, más bien, la introducción de la lista archipelágica ha sido una invención sin efectos. No era necesaria. En el día a día la ciudadanía no distingue si el político se presentó por la lista insular o por la regional. Ser el más votado no garantiza nada. Alberto Núñez Feijóo también lo descubrió. Mas estar verano tras verano con el rifirrafe de si hay o no conversación en La Mareta, se antoja una manera de cubrir el vacío informativo del estío.
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