
Se viven tiempos convulsos en nuestro mundo. La Guerra de Ucrania, la crisis política en Venezuela o el previsible conflicto entre Israel y los países de su entorno, son sólo algunos de los ejemplos del ambiente de crispación política que se vive últimamente en todo el planeta. El auge de los extremismos y los líderes autoritarios, se ha convertido en una tendencia cada vez más patente en los últimos años en muchas partes del mundo.
Durante la década que siguió a 1924, hace hoy cien años, muchos ciudadanos europeos, descorazonados ante lo que interpretaban como una deriva económica y social, comenzaban a depositar sus esperanzas de mejora en manos de líderes fuertes y autoritarios, que sabían cómo conectar con el sentimiento de desamparo y hartazgo de sus compatriotas. Líderes políticos de ideologías tan dispares como Churchill, Hitler, Stalin o Mussolini, tuvieron en común el saber personificar los anhelos de una sociedad que buscó en su figura una mano firme que pusiera fin al declive en el que se sumían sus países.
Hoy, en pleno 2024, aquel caldo de cultivo del primer tercio del siglo XX, que por cierto desembocó en la Segunda Guerra Mundial, parece estar replicándose de forma peligrosa. Nombres como Donald Trump, Vladimir Putin, Nicolás Maduro o Benjamin Netanyahu, nos recuerdan que el autoritarismo sigue estando muy presente en el panorama político actual. La historia nos enseña que incluso las sociedades más ilustradas, al sentirse amenazadas o menospreciadas, son fácilmente seducidas por estos líderes populistas, que son maestros en canalizar el descontento de la población hacia sus propias causas.
Como ejemplo, cabe recordar, que tanto Alemania antes de la llegada al poder de Adolf Hitler en 1933, como Venezuela antes de la victoria de Hugo Chávez en 1998, eran algunas de las naciones más avanzadas económica, social y culturalmente de su entorno. Cabe recordar también, que ambos líderes se hicieron con el poder mediante elecciones democráticas, y que una vez estuvieron en el poder, pusieron todos los medios necesarios para perpetuarse en él e imponer su ideología.
Por ello, ahora más que nunca, nos corresponde como sociedad preservar el decoro democrático eligiendo líderes políticos capaces de aplicar el sentido común en un mundo cada día más radicalizado. Líderes con talante diplomático, templanza y sabiduría, capaces de encontrar soluciones difícilmente alcanzables desde el sesgo de la ideología sectaria e innegociable, ya sea de izquierdas o de derechas. Recordemos que debe ser la sociedad quien dé voz a los políticos y no al contrario.
Javier María Falcón Soria, natural de Telde, es graduado en Administración y Dirección de Empresas y Máster en Emprendimiento y en Negocios Internacionales.
Brujo de Telde | Martes, 13 de Agosto de 2024 a las 21:09:23 horas
Pues yo me quedo con las palabras que dijo el Catedrático de Economía de la Universidad de LPGC " Si Nicolás Maduro estuviera del lado de las multinacionales, no tendría estos problemas"
Yo sí estoy completamente seguro de que " Los pobres de Venezuela no se han bebido el petróleo"
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