
Ayer la noticia fue Carles Puigdemont y no Salvador Illa. El primero concentró toda (o casi) la expectación mediática de la jornada. Eso es política. Y el retorno permitió representar una especie de saludo a lo Tarradellas, pretendido por Junts. Aunque Josep Tarradellas escenificó uno de los episodios de la Transición y el deseo de autogobierno catalán, intacto tras la larga dictadura franquista, al que Adolfo Suárez tuvo que hacerle caso. Ahora, ese espacio político es otro: tornó con el ‘procés’ hacia el independentismo. Otra cuestión es si retornará a lo supuso CiU o permanecerá en el independentismo. Madrid, una parte, añora el posibilismo de aquella CiU de Jordi Pujol; poder entenderse nuevamente entre la capital del Estado y Barcelona. El discurso de Puigdemont ayer no aclaró sus inquietudes últimas. Tampoco era el momento.
A la hora que escribo esta columna, Puigdemont sigue en paradero desconocido. Ha burlado todas las vigilancias policiales. Al igual que las urnas que en 2017 permitieron la celebración del intento de referéndum de autodeterminación. La Moncloa, dos días antes, negaba que hubiera votación. Eso fue en 2017 con Mariano Rajoy. Mas las urnas llegaron a los colegios. La ciudadanía escogió papeleta. Otra vez, Pugidemont ha vuelto a sortear los mecanismos de seguridad del Estado.
¿Estará el ‘expresident’ en Barcelona o en la Cataluña interior? ¿Habrá optado por irse a Francia? Es un espectáculo que no le conviene a Pedro Sánchez. Cuanto más dure la incógnita, malo para La Moncloa. Y la sesión de investidura de Salvador Illa habrá quedado en la sombra. De nada le habrá valido al PSOE y ERC el acuerdo. Si detienen a Puigdemont, lo tienen que hacer cuanto antes. Y ya Sánchez tendrá que estar inquieto. O blanco o negro. La indefinición a estas alturas es malo para todos los partidos, salvo para Junts. Es la baza de Puigdemont, y la está empleando. La organización ha sido mejor de lo esperado. Desapareció como si fuese un juego de magia.
La ‘operación Jaula’ no ha dado resultados. El manejo de los tiempos, del relato político, a estas horas sigue marcándolo Puigdemont. Esa es la única realidad, de momento, tras su anunciada vuelta. Veremos qué ocurre hoy. O mañana, o pasado… La policía sigue buscándolo. Y Puigdemont juega para su público. Que, evidentemente, le aplaude. Son lógicas distintas. El independentismo solo se entiende desde dentro. Otras reglas, otros enfoques. Normalizar Cataluña es la tarea pendiente.
























Brujo de Telde | Viernes, 09 de Agosto de 2024 a las 20:33:49 horas
Salvo que se demuestre que Carles Puigdemont fue quien mató a "Reyita la de Mogán", solo se le acusa de DESOBEDIENCIA Y MALVERSACIÓN
Desobediencia al TRIBUNAL CONSTITUCIONAL por realizar la consulta y el ilegal referéndum.
Y malversación por destinar fondos públicos en todo el proceso que culminó con la declaración ilegal de independencia.
El DELITO DE SEDICIÓN se derogó.
Hubieron disturbios callejeros sí.
¿ Se alzaron con palos y con armas. Hubieron muertos ? no
Entre los fiscales no hay unidad de criterios para PROCESARLO POR TERRORISMO.
Hay indicios de que asistía a las reuniones y se le relaciona con el caso " Tsunami Democratic" pero yo creo que no ha matado ni a "Reyita la de Mogán"
Este señor tiene todo el derecho del mundo a sentirse independentista, cura o astronauta.
Los asesinatos que cometieron los etarras fueron más crueles y no se deben comparar con los asesinatos que cometieron policías en la época franquista.
Las manifestaciones ante la sede del PSOE en Madrid : buenas
Las manifestaciones del independentismo catalán, con pancartas : malas
Hasta el agua que es incolora, tienen el color del cristal con que la miras.
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