No se entiende que aún no se haya materializado la reducción de la jornada laboral. El ímpetu inicial de Yolanda Díaz ha tropezado con la negación de la patronal y los intentos de apaciguar por parte del ala socialista del Ejecutivo. Esta cuestión no se toca desde hace cuatro décadas. Hay que remontarse al origen del Estatuto de los Trabajadores y los comienzos de la democracia. Por tanto, la mentada reducción tenía que haberse hecho hace mucho tiempo. Incluso, las cosas como son, la oferta tan gradual en la escalada de bajada de las horas que propone la gallega, supera el acercamiento protocolario por lograr el consenso. Mientras tanto, llega agosto y las vacaciones, y el tejido productivo no sabe cómo afrontará esto a la vuelta del verano y a final de año.
El problema de procurar tanto la conciliación con el empresariado es que si lo alargas demasiado se convierte en parálisis. Por eso ya el secretario general de Comisiones Obreras alerta que en septiembre habrá movilizaciones de la mano de UGT. Unai Sordo es claro: el sindicato no va a relajarse en esta meta. La reducción de la jornada laboral debe hacerse cuanto antes. Con todos los gestos que se quiera, pero debe plasmarse normativamente.
Asombra la ingenuidad de Pedro Sánchez pensando que los sindicatos de clases van a mantenerse impasibles en su intento de neutralizar a Yolanda Díaz. La ministra de Trabajo y Economía Social debe marcar su propio territorio. Y el PSOE no debe entrar en discusiones con las centrales sindicales. Sánchez no está para repetir el error que tuvo Felipe González en los ochenta que desembocó en la huelga general del 14D de 1988. El PSOE no puede permitirse electoralmente un divorcio sindical. CCOO y UGT irán de la mano en septiembre si no hay hechos.
Todavía sobrevive en el tejido productivo la falsa creencia de que estar presentes genera productividad ‘per se’. Con la revolución digital no es así. El teletrabajo ha venido para quedarse, no fue una cosa sola del confinamiento, y los procesos productivos son cada vez más digitalizados. Y, sin embargo, seguimos con un Estatuto de los Trabajadores anclado en la fábrica y la cadena de montaje. Lo peor que le puede pasar a la ministra es que tras el verano se rubrique un acuerdo de consenso tan parco que suponga un desmerecimiento a su trayectoria como titular del ramo. Y como algo de eso ya se huele, Comisiones Obreras no estará quieta en otoño. Reclamará.
Pelayo | Viernes, 19 de Julio de 2024 a las 11:56:04 horas
Mientras países como Grecia aumentan las horas de trabajo, aquí se pretende cobrar lo mismo y trabajar menos o mejor, no trabajar y vivir de la paguita, de las ayudas, etc ¿ de verdad esto es factible ?, pues de momento solo de una manera: Exprimiendo más y más a impuestos a los cuatro que todavía trabajan y que soportan una presión fiscal como nunca se había sufrido en España.
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