
Declive del imperio, hoy estadounidense, ayer romano. No se producía un atentado presidencial (o expresidencial) desde la época de Ronald Reagan. Han pasado décadas y resurge la violencia. Donald Trump salvó sus vidas por los pelos, otros no. Un hecho condenable por los cuatro costados. Nada lo justifica. Pero nos debe hacer pensar hacia dónde van nuestras democracias representativas. Y justo la de Estados Unidos es de las más antiguas y robustas. Alarmas suenan a nuestro alrededor.
El ‘trumpismo’, como el resto de populismos y la extrema derecha, jalean la crispación. La mentira, su espiral interminable en la que ya todo vale, propicia el odio y el rencor. La sed de venganza, la aparición de supuestos justicieros que tratan de salvar a la humanidad. Evidentemente, Trump es un peligro mundial, para las relaciones internacionales para ser exactos. Pero no se debe arrebatar la vida. Por eso es importante que en las últimas horas todos los mandatarios, del color político que fuesen, mostrasen su repulsa y solidaridad.
Mientras tanto, Joe Biden lleva a los demócratas camino del desastre en las urnas. Sus titubeos sobre su continuidad, o su firmeza de no querer tirar la toalla para ser rigurosos, hipotecan a su partido. Los demócratas se quedan sin margen para la victoria. Y el atentado fallido generará una ola de simpatía a favor de Trump. Vamos, el efecto contrario que pretendía el autor, ya abatido. Al parecer, era un votante republicano. ¿De qué le habrá servido? De nada. A nosotros tampoco. La violencia lleva a más violencia.
Por un lado, debemos repasar la desfachatez que inunda el lenguaje y las redes sociales. La política como un lodazal, sin miramientos ni escrúpulos. Abominable. Por el otro, remarcar que todo eso es la antesala de la maldita violencia. Una práctica insuflada, además, por los conflictos internacionales, como el genocidio de Israel sobre el pueblo palestino, que engrandará dolor e ideas disparatadas. Si en el telediario solo ves tiros y bombardeos, pues luego algún alocado le da por disparar. Ahora fue Trump, otro puede ser la víctima en otro momento.
Biden está tardando en retirarse. Su derrota será la de la democracia tal como la hemos entendido desde la Segunda Guerra Mundial. Si la mentira gana, si los bulos son premiados por los votos, es el inicio de un caos irreversible. Cada vez tenemos menos contrapesos institucionales y más peligros; este es el Estado de Derecho que nos va quedando. Poca cosa, y muy difuminada.
Olga Maria Rivero Santana | Lunes, 15 de Julio de 2024 a las 12:49:09 horas
Cualquier acto de violencia es despreciable, sean quién sea quiénes lo realice y sea quiénes sea quiénes lo sufran! Desgraciadamente, hay quiénes éstos hechos, aunque no hayan sido partícipes directos de ellos, los "usan" como no, para sacar sus interpretaciones, poniéndo a los demás como los únicos culpables' y ponerse como los únicos salvadores ante éstos hechos. Algo o mucho no están "calculando bien" pues les pasa a políticos de todas las corrientes.
¡Es evidente que NADA LES HACE REFLEXIONAR!
Accede para votar (0) (0) Accede para responder