Santiago Abascal le pone en bandeja al gallego algo inesperado: la ruptura del PP con la extrema derecha. Y encima lo hace a pocos días de que triunfase en Francia el cordón sanitario democrático a la ultraderecha de Marine Le Pen. Vamos, todo un regalo. A pedir de boca. Los populares tienen desde este momento un objetivo: centrarse a sí mismos, sin miramientos hacia un Vox que lo único que le preocupa es la irrupción de Se Acabó la Fiesta (SALF). El aliento del competidor de la extrema derecha se disipa. Feijóo tiene la meta de reagrupar al centroderecha, sin presiones al calor de cuándo retomará La Moncloa. El PP tiene que ser el partido de Estado que se le presupone como actor político sistémico del 78 (heredero de AP, viaje al centro noventero de José María Aznar mediante).
Pedro Sánchez debe facilitarle el camino. En los gobiernos de las comunidades autónomas, pero también en los ayuntamientos. Una especie de pacto de no agresión de aquí a 2027. Porque ese es el gran error de Abascal: que de aquí a 2027 falta mucho tiempo, máxime en política. Las estructuras partidistas en la oposición padecen frío y la gente se desinfla, pierde el ánimo. Abascal midió mal su órdago al PP.
La comparecencia de Vox fue lo que se esperaba: no tenía marcha atrás el líder de la extrema derecha. No podía deshacer sus palabras. Era preso de sí mismo. Las caras de sus correligionarios al fondo en la rueda de prensa, sabedores de que en horas iban a ser despojados de sus puestos institucionales, eran un poema. Un trance que no estaba previsto, justo a las puertas de las vacaciones. A la vuelta, ya no habrá coches oficiales ni tratamiento de excelentísimo para los gerifaltes de la extrema derecha.
A corto plazo el PP respirará tranquilo. Ha llegado a ese punto que, ciertamente, tenía que haber cosechado por sus acciones y no por el desplante del socio principal. El PP no debe estar coqueteando con los mensajes xenófobos alentados por el neofascismo. La democracia gana. Aunque haya sido fruto de un tiro en el pie de Vox propinado por su amado líder. SALF, ¿dónde está? Su mandamás iba a sortear su sueldo de europarlamentario y, sin embargo, aún no lo ha hecho. Es lo que tiene codearse con las carreras sin tino de los populismos. Que todo acaba por valer con tal de chirriar más que tu adversario más cercano. El PP no debe estar en esa liga. Jamás.
Olga Maria Rivero Santana | Sábado, 13 de Julio de 2024 a las 11:28:55 horas
Los populismos y extremismos, sí algo tienen, es que "actúan igual" con lo cual, cada vez debería de ENGAÑAR MENOS. ¿Nos hemos olvidado ya de los discursos de Podemos hablando de la CASTA POLÍTICA? También se "rasgaban las vestiduras", sobre todo Pablo Iglesias, con los "sueldazos" de los eurodiputados. ¡A ver sí seguimos DESPERTANDO, surgan los partidos que surjan, y desaparezcan otros, pues "con distintos collares", son la "misma raza"!
Accede para votar (0) (0) Accede para responder