PMR: La discriminación perpetúa la desigualdad

Para una  PMR la vida es doblemente dura. Lo sabemos, aunque es conveniente recordarlo, sobre todo a las personas responsables de instituciones públicas,  a las que diseñan espacios interiores, a arquitectos, arquitectas y al personal laboral que las trata.   

“El papel aguanta todo”. Se han publicado sucesivas normativas que comprometen y obligan a las administraciones públicas y a otros estamentos a cumplir y a garantizar los mismos niveles de igualdad de oportunidades para todas las personas discapacitadas y a no discriminar el acceso y utilización de los bienes y servicios a disposición del público. 

Nombraré  a continuación  recintos culturales de Las Palmas de Gran Canaria como el Teatro Pérez Galdós, Teatro Cuyás, Auditorio Alfredo Kraus y CAAM  que, pudiendo haber tenido en cuenta estas leyes, no las consideraron. ¿Tal vez porque piensen que estas personas no asisten con asiduidad? Es comprensible que no acudan todo lo que desearan, pues son lugares donde continuamente se les hace presente su discapacidad.

¿A qué se enfrenta una PMR?

1º Las personas con movilidad reducida que desean asistir y que están en silla de ruedas no pueden comprar la entrada on line –como lo hace el resto del público–, deben acudir personalmente y aun así, a veces tienen que regresar por segunda vez a la taquilla ya que, sorprendentemente, los administradores deben consultar  la gestión previamente, ¿no está ya establecido?

2º Las personas que van en silla de ruedas solo pueden comprar la entrada en la “zona de butacas” (al precio establecido en esta zona) y, todavía peor, las colocan al final y en lugares en los que lejos de facilitar la movilidad, entorpecen el paso de todos.

3º En otras ocasiones, el espacio disponible para las PMR  está ocupado con trípodes y personal laboral que se manifiesta abiertamente con malas caras cuando debe desmontar lo que armó; en otros casos, hay que desinstalar la butaca, tarea que se hace a regañadientes.

4º Para visitar el CAAM, el acceso para las PMR  es por la tienda y, si en el peor de los casos  la tienda estuviera cerrada, perderían sus derechos para  entrar.

            De nada nos sirve cambiar el lenguaje si no adaptamos las instalaciones y  nuestras actitudes. Concluyo,  la discriminación perpetúa la desigualdad:

• No existe una zona especifica razonablemente preparada en estos espacios culturales para las PMR.
• No hay localidades adaptadas para personas con sillas de ruedas e integradas en filas de butacas para acomodarse junto a sus acompañantes. (Real Decreto 193/2023)
• La persona con movilidad reducida, al estar obligada a un espacio determinado,  no puede elegir el precio que puede o quiere pagar.
• El personal ha de mostrar la sensibilidad que requiere el trato hacia las personas vulnerables, que tienen prioridad sobre el resto. (Real Decreto 193/2023)
• Se ha de solucionar cuanto antes la accesibilidad y no discriminación de las personas con movilidad reducida para que puedan beneficiarse  de los servicios dispuestos al público. (Real Decreto 193/2023).

Julia Arnaiz Castro es maestra jubilada.