Comienzo el presente artículo pidiendo sincero perdón si a lo largo del mismo, mis lectores atisban alguna señal de egolatría. Siempre he huido de la autocomplacencia, buscando en todo momento la excelencia, cuestión ésta, que es más que obvia, no he conseguido a lo largo de todos los días de mi vida. Ésto no quiere decir que no me disguste el desconocimiento que algunas personas tienen sobre mi y mucho más sobre mi obra. Tal vez será porque siempre suelo usar el nos mayestático y así suelo referirme por escrito a mis investigaciones,
anteponiendo al relato el nos al yo. Ejemplo de ello es las dos siguientes frases: Motivo de nuestros trabajos… O Entonces nos fuimos al archivo... Es más, algunos “doctores en todo y licenciados en nada”, una y otra vez, se atreven a darme ideas de lo que debo o no escribir. Otros, todavía más henchidos de autoridad académica no obtenida en aula universitaria alguna, dictan sentencia sobre lo investigado y escrito, dándole categoría dogmática a leyendas procaces. ¿Cuántas veces he tenido que sufrir al falso intelectual que me habla de la fertilidad sin medida de la Isla de Gran Canaria con palmerales que llegaban al mar, destruidos en aras de facilitar la Conquista Castellana o cómo el I Conde de la Vega Grande de Guadalupe, montado en su caballo dijo la frase: Todo lo que pise mi corcel será de mi propiedad y llegando al Barranco de Arguineguín, tras la muerte súbita del cuadrúpedo allí terminó el reclamo territorial de su dueño?. Ambas “lecciones” son totalmente falsas y carentes de cualquier soporte histórico, pero repetidas una y otra vez, a veces por profesionales de la docencia, se van cimentando con la fortaleza de otros embustes de nivel nacional.
En casa se enfadan conmigo, pues cada día más, recibo visitas o llamadas telefónicas que, como si yo fuese un “Google teldense” debo responderles, a la mayor brevedad posible, a cuantas preguntas me deseen hacer. A veces, con educación y otras no tanto. Algunos de mis interlocutores me ha llegado a decir: Como yo le he dicho a mi hijo, tú pregúntale que para algo es el Cronista Oficial. Y a mí me asaltan las palabras que lleva aparejado mi nombramiento como tal: Cargo honorífico y vitalicio.
Antonio María González Padrón, Toni (Telde) para su familia paterna, Toño (El Hierro) para su familia materna, Antoñito el de don Luis para amigos, vecinos y conocidos del Barrio de Los Llanos de San Gregorio. Y Antonio María para aquellos que me conocen de forma más o menos oficiosa u oficial, tiene a gala atender en todo lo que pueda a las instituciones y conciudadanos que lo necesiten. Pero créanme, a veces invierto tanto tiempo en contestar, que poco me queda para las labores propias del investigador o difusor por escrito de la Historia.
Capítulo aparte, merecen los pregones, que por cierto, si mi memoria no me falla que espero que no, he hecho cuarenta y cinco entre el municipio de Telde, Las Palmas de Gran Canaria, Bujalaro (Guadalajara), etc. Mas debo añadir un medio centenar confeccionados para otros: amigos, simplemente conocidos, políticos en activo… Con mucho he recibido la satisfacción de ser nombrado en los agradecimientos públicos previo a sus lecturas, pero en otros tantos el “papagayo lector” no tuvo la delicadeza de mentarme y sí la soberbia de hacer una separata o librito para contener el pregón del que no era autor y reservarse los derechos del mismo. De todo hay en la viña del Señor. Y como diría mi abuela Lola Antoñito, mi niño, para que el Mundo sea Mundo debe haber de todo.
De estos atropellos no me libran ni afamados doctores universitarios, ni estudiantes de los diferentes grados académicos, tampoco, curas y monjas, además de algún que otro funcionario, tenido por hábil y sagaz. Con estupor he visto cómo se confeccionan carteles informativos copiando al pie de la letra textos que previamente he publicado en alguno de mis libros o en este mismo medio informativo, pero lo más sorprendente fue cuando pedí un informe urbanístico sobre la casa que habito en el Barrio de San Francisco. Cual no sería mi asombro cuando compruebo que en el documento antes aludido se transcribe literalmente parte de un artículo de mi autoría y encima me quieren cobrar las tasas por haberlo solicitado ¡Vergüenza ajena!
El cronista que esto escribe sólo pide que se sea justo a la hora de valorar su trabajo. Algo de Quijote tenemos los que ocupamos estos cargos, pues la inmensa mayoría no percibimos ninguna clase de emolumentos , ni dádivas alguna.
El próximo año cumpliré, cuarenta de mi designación como Cronista Oficial de la Ciudad, siendo la persona que más años ha ocupado dicho cargo. Lo dije en su momento y lo vuelvo a repetir: Todo un honor que junto con el nombramiento de Hijo Predilecto, jamás podré pagar a la Ciudad que me viera nacer en 1955. En ambos casos, el ilustre consistorio por unanimidad llegó a esos dos acuerdos. Y éste servidor público se sintió entonces y ahora también, sumamente agradecido. Cada día, cumpliendo una promesa hecha, en tiempos de la infancia a mi madre (Consuelo Padrón Espinosa), no he dejado de leer o escribir, al menos una línea (Nulla dies sine linea). Pensamiento clásico que nos anima a seguir en la labor emprendida.
Marianela | Domingo, 16 de Junio de 2024 a las 00:00:48 horas
Don Antonio, el Cronista de Telde , siempre ha sido una persona generosa, que nunca ha escatimado su ayuda a cualquiera que fuera por la Casa Museo de León y Castillo, buscando información para algún trabajo, es más le aportaba todo su saber, que es mucho y valioso. Muestra de todo el cariño que le tiene la gente de Telde, fue la concurrida asistencia a la presentación de su Libro "Espadaña" en la pasada Feria del Libro , celebrada en la Plaza de San Juan el pasadp mes de abril.
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