
En nuestra ciudad nos hemos acostumbrados, desde hace muchos años, a señalar al distinto o distinta. Dependiendo del barrio donde nacieras o te criaras, nos acostumbramos a marcar los territorios y en función de ellos, te endosaban los perjuicios inherentes a ese fraccionamiento de los barrios. Todavía resuenan los prejuicios por ser de un barrio histórico o de la periferia, sobre todo de los polígonos que en los años 80 y 90 estuvieron en auge, en una concentración de familias vulnerables y que aún hoy arrastra una imagen devaluada de quienes moran en ellas, no hace falta mencionarles, basta con que hagamos un repaso de los barrios de Telde.
El acto de señalar con el dedo es una acción sencilla, pero cargada de significado y repercusiones. Este gesto, común en diversas culturas, puede ser interpretado de múltiples maneras dependiendo del contexto y la intención detrás del mismo. Aunque a menudo se utiliza para indicar una dirección o un objeto, señalar con el dedo también puede tener connotaciones más profundas y complejas.
En estos últimos días se ha señalado a un colectivo determinado, por cuestiones que tienen que ver con la seguridad, algún representante público ha elevado el tono, preocupándose por algo esencial, la seguridad, pero que utiliza un hecho aislado, por ahora, para alarmar. Sin embargo, no se conocen propuestas, acciones, gestiones, etc., para determinar la envergadura del problema, si es que lo hubiera, como medidas preventivas y no esperar a los acontecimientos para levantar la voz, eso es fácil, una vez ocurrido el hecho se sube el tono, sin embargo, en muchos barrios de Telde hay inseguridad, ahí están los datos, pero no se han tomado medidas. Se ha limitado a interpelar cuando su acción de gobierno en este material, deja mucho que desear.
Señalar con el dedo puede llevar una carga negativa significativa. En muchas culturas, este gesto es considerado de mala educación o incluso ofensivo. Cuando señalamos a una persona, no solo dirigimos la atención hacia ella, sino que también podemos transmitir juicio, crítica o acusación. El señalamiento con el dedo en un contexto de culpa o reproche puede tener efectos profundos y duraderos. En una sociedad que valora la responsabilidad individual, el acto de señalar puede convertirse en una herramienta de estigmatización y exclusión. Al señalar, como se ha hecho, podemos aislar y culpabilizar a alguien, ignorando las complejidades y matices de su situación.
Quienes tienen responsabilidades públicas ha de tener claro que la culpabilización indiscriminada no conduce a nada bueno. Estigmatizar a personas, colectivos, señalando incluso a una raza entera por los crímenes cometidos por algunos de sus miembros es una trampa peligrosa que perpetúa estereotipos, fomenta el odio y socava la cohesión social. Esta práctica no solo es injusta, sino que también ignora la complejidad de los factores que contribuyen a la criminalidad y las circunstancias individuales.
Las Palmas de Gran Canaria y San Bartolomé de Tirajana son dos enclaves en Gran Canaria que más razas alberga entre sus moradores, entre 120 y 125 culturas distinta, sin embargo, las ratios de seguridad son similares e inclusive la capital ha disminuido los datos de delitos. Nuestra gente no necesita que se estigmatice a un barrio frente a otros, ni a una raza frente a otras. Los delitos los cometen personas y sobre ello hay que actuar. Tenemos que dejar de poner el foco en lo superfluo e ir al origen del problema. La pobreza, la incertidumbre, el miedo, juega un papel importante en esa sensación de inseguridad y hay algunos “expertos” y “expertas” que vociferan, señalan y acusan, para que sigamos teniendo miedo a los distintos, como si no viviéramos en lugares en nuestra ciudad donde lo distinto, lo diverso es una imagen singular que nos define, que no nos señalen.
Gregorio Viera Vega fue concejal del Ayuntamiento de Telde por el PSOE.


























Pascualina Canelone | Lunes, 10 de Junio de 2024 a las 10:44:01 horas
Sin embargo usted, Sr. Viera, usted no tiene ningún problema en señalar con el dedo de forma reiterada e implacable a todos aquellos que no apoyan su causa. Y ahora pretende transformar un problema de convivencia y llevarlo a su terreno ideológico: clasismo, racismo, xenofobia, discriminación, malos frente a buenos. QUE NOOOO, QUE NO VA DE ESO. Va de saber convivir, y si no saben que les enseñen, y si no aprenden que los alojen donde no puedan molestar a nadie. Blanco y en botella, Sr. Viera.
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