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Nieves Rodríguez

NIEVES RODRÍGUEZ RIVERA 2 Sábado, 18 de Mayo de 2024 Tiempo de lectura: Actualizada Sábado, 18 de Mayo de 2024 a las 10:06:45 horas

Nadie puede negar la existencia de un creciente y alarmante malestar social en Canarias. Cada vez es menos creible la fórmula de que “vivimos del turismo” porque la injusticia social aumenta en las islas. Los empresarios no se avienen a compartir los beneficios y los trabajadores se niegan a hacerlo en las condiciones laborales que se ofrecen. Los problemas se multiplican: emergencia hidráulica con municipios durante días sin agua, restricciones a los agricultores que amenazan nuevas movilizaciones; emergencia salarial, tenemos los salarios más bajos del estado. Si a esto añadimos las causas específicas de la insularidad, lejanía, abandono de la metrópoli, un escaso sentimiento de identidad, baja autoestima, escasa confianza en el estado como medio y solución de sus problemas, nos encontramos con una sociedad que se rompe lentamente.

 

Todo esto, para encontrar una justificación, una razón, a la noticia aparecida hace unos días en los medios: Canarias es, desde hace años, la tercera comunidad del país con más suicidios, después de Asturias y Galicia. Recuerdo que hace unos meses salió en un diario provincial el vergonzoso titular que decía que, según un estudio, los canarios éramos “pobres pero felices”. Que éramos los más pobres de España ya lo sabíamos, lo evidencian los datos: tenemos los sueldos más bajos de todo el Estado, la cesta de la compra más cara, un índice de desempleo vergonzoso y una sociedad empobrecida que  ha llegado al límite. Pero lo que no es tan cierto es que no somos más felices si cada día y medio se suicida una persona en las islas. Algo está fallando en esta tierra que tantos quieren vivir y que tan pocos canarios pueden. Si resumimos la existencia a trabajar para vivir y no poder disponer de dinero suficiente para el ocio, si la vida se reduce a hacer equilibrismos para llegar a fin de mes, o cada día se convierte en una lucha dolorosa para continuar en este mundo, la opción de abandonarlo se vuelve dolorosamente  comprensible

 

El  ser humano es de una complejidad tal que los factores que llevan a tomar decisiones de estas índoles son múltiples y complejas: sociales, personales, laborales, psicológicas… No obstante, como sociedad deberíamos analizar las razones, al menos, pensar en qué clase de sociedad estamos construyendo. Por qué, a pesar de ser considerada Canarias un destino de ocio para muchos, existe este grado de insatisfacción, esta desesperanza, en un mundo de redes y de hiperconección pero donde la incomunicación es máxima. 

 

Todos los que creemos en el bienestar común, en la justicia y en un sistema que proteja y defienda vivir en condiciones dignas, deberíamos pensar qué nos sucede como comunidad, como sociedad y nación que ha perdido la esperanza. 

 

Mientras unos construyen hoteles de lujo, que se benefician de la desgracia ajena, que se enriquecen del abuso a los trabajadores, que están ausentes  de todo y que solo miran para su beneficio, otros,  sin voz ya, deciden en silencio, oponerse a la vida y elegir la muerte como salida.


Nieves Rodríguez Rivera es profesora y escritora.

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