
Las controversias políticas suelen tener varias caras. Si Carles Puigdemont presiona a ERC para que no facilite la investidura a Salvador Illa esto, a la vez, significa que el propio Puigdemont podría estar ante su última oportunidad. De hecho, él en campaña electoral ya vino a decir que sería ‘president’ o adiós. Por tanto, pondrá toda la carne en el asador. Y, ciertamente, tiene margen de maniobra para complicar la agenda a Pedro Sánchez. Y vaya que si lo intentará, no escatimará en riesgos.
Ahora bien, tampoco Sánchez debe bajar los brazos ante semejante victoria obtenida por el PSC. Esto es, las presiones de Junts y ERC en Madrid no pueden implicar que el PSOE mire hacia otro lado y sacrifique a Salvador Illa. Lo que tendría una indudable factura electoral para el PSOE en el resto del Estado. Todo pasa ahora mismo, en el lado adverso para La Moncloa, por una sacrosanta unión entre Junts y ERC no solo para torpedear a Illa sino asimismo prometer la vuelta a un ‘procés’ que, por otra parte, la noche del domingo el PSOE finiquitó. A ERC una repetición electoral no es plato de buen gusto.
Si Puigdemont tiene la sartén por el mango en Madrid. Otro tanto le ocurre en Cataluña en la medida de si ERC conviene aliarse (por omisión) con el PSC por aquello de permitir la investidura de Salvador Illa, Junts puede retirar el respaldo a Sánchez en el Congreso de los Diputados. No lo haría en este momento pues necesita que primero se apruebe la ley de amnistía. Mas en otoño podría cobrárselas. Es decir, en función de cómo queden PSOE y PP en los comicios europeos, Puigdemont apretará las tuercas y elevará el precio para que Sánchez cuente con unos Presupuestos Generales del Estado para 2025 aprobados. Hasta el punto de, si es preciso, se planteará seriamente si votar en contra para debilitar a Sánchez. Todo este enigma se despejará en las próximas semanas y dependerá de la decisión final que adopte ERC.
Estas elecciones han cerrado el ‘procés’. No obstante, tampoco ha dibujado un nítido tripartito catalanista de izquierdas en cuanto que el enflaquecimiento de ERC no le permite cogobernar con el PSC. Pere Aragonès, el gran perjudicado electoralmente, lo ha perdido todo y lleva a su partido a la oposición fruto de ese descalabro. El pactismo con Madrid y la mesa de negociación ha sido castigada en las urnas a juicio de su público. Por el contrario, el frentismo de Junts ha mejorado posiciones. Por eso Puigdemont dará la última batalla.
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