Statistiche web
El tiempo - Tutiempo.net
695 692 764

Martes, 21 de Octubre de 2025

Actualizada Lunes, 20 de Octubre de 2025 a las 23:45:25 horas

En la carretera general de Jinámar, número 9

Mari Pino Morales: "Tiendas como Dulcería La Concepción crean comunidad"

El establecimiento, que abrió sus puertas hace casi 70 años, es el más antiguo del barrio de Jinámar

TELDEACTUALIDAD/Telde Domingo, 12 de Mayo de 2024 Tiempo de lectura: Actualizada Domingo, 12 de Mayo de 2024 a las 14:09:53 horas

En la carretera general de Jinámar, número 9, y ocupando un reducido espacio de una casa que cuenta con más de 100 años, se halla una tienda que es historia viva del barrio. Durante casi siete décadas, la Dulcería La Concepción, que en 1956 comenzara a atender Carmelita Vega Hernández, ha ido endulzando la vida de los jinameros con sus queques, cruasanes y golosinas. 


En la actualidad, el establecimiento lo regenta Mari Pino Morales Perera (Telde, 1967) quien, aun no perteneciendo a la saga familiar, se encontraba vinculada a la dulcería desde la niñez.

 

El pasado miércoles visitamos el lugar para conocer más detalles de esta mítica e histórica dulcería. Rodeada de paquetes de papas, embutidos, huevos, gofio, bebidas alcohólicas, libros y pipas, entre otros artículos, nos recibió Mari Pino, hija de un marzaganero y una teldense, "de debajo de la campana de San Gregorio", bromea.

 

- ¿Nos encontramos en la tienda más antigua de Jinámar?
Sí. Ésta no fue sólo la primera dulcería, sino la primera tienda. Aquí se vendía alfalfa, se despachaban pizcos de ron... Lo que viene a ser una tienda de aceite y vinagre. De hecho, sigo manteniendo el código fiscal 647.1, que es tienda de alimentación y de cualquier producto de limpieza con vendedor.

 

- ¿Puede contarnos cómo surgió la idea de abrir este negocio?
El padre de Carmelita Vega era el único taxista de aquí. Lo conocían como Pepe María el del taxi. Todos los traslados los hacía él. Hasta que un día tuvo un accidente. Un coche se estampó contra él, se asustó mucho y decidió abandonar el taxi. Fue ahí cuando decidió poner la dulcería. Él la abrió, pero no la trabajó. Aquí despachaban su mujer, a la que llamaban Mamá Lola, y su hija Carmelita.

 

- ¿Ellos vivían en esta casa?
Sí. La tienda se comunica con la casa, en la que actualmente reside su hija Hermelinda y, aunque esto parece pequeño, es enorme. - Mari Pino nos abre una puerta, tras la que se encuentra un jardín muy cuidado y de grandes dimensiones - Cuando estoy estresada, éste es mi remanso de paz.

 

- ¿Carmelita Vega fue la única persona que tuvo la tienda antes que usted?
Hubo una persona más. Después de 32 años, Carmelita se jubiló y arrendó el negocio a Carmita, un familiar que la tuvo durante 11. Luego, llegué yo.

 

- ¿Cómo acabó usted haciéndose cargo de la dulcería?
Conozco el establecimiento desde pequeñita. Yo soy la hija de Pepito Morales, el señor que le llevaba los dulces a Carmelita. Cuando ella se quedaba sin género, llamaba a mi padre, él iba a la dulcería, cargaba y se los traía. Yo lo acompañaba. Luego fui creciendo y venía con él a repartir los sábados, tanto aquí como a la tienda que se encontraba más arriba, la de Sionita... Cuando estaba estudiando Empresariales, hubo un momento en el que había que ayudar en casa. Mi madre fue la que me animó a pedirle a Carmelita que me dejara la tienda. Me pareció buena idea y, al ser la mayor, me sentí con esa responsabilidad. Las palabras de Carmelita fueron: "Vamos a ver si tú llegas a estar tanto tiempo como yo". Eso fue en 1998. Desde el 1 de agosto de ese año estoy aquí.

 

- ¿Siempre se llamó Dulcería La Concepción?
Siempre. Quise mantener el nombre porque me parece que es un sello de identidad y tiene mucha relación con la zona. Además, creo que fue el primer negocio de Jinámar que se llamó La Concepción.


- Además del vínculo laboral con la dulcería, usted tenía uno sentimental con este barrio...
Mis padres se conocieron en la puerta de la Iglesia de Jinámar. Mi padre vino a acompañar a una amiga y mi padre hizo lo mismo con un amigo suyo, que se estaban moceando. Al final, esa pareja no prosperó y la que salió adelante fue la de ellos.

 

- ¿Cómo se mantiene una tienda de aceite y vinagre durante tanto tiempo?
Intento mantener la esencia, sobre todo ese trato de cercanía. Aquí todos nos conocemos. La gente viene y me pide su bocadillo o su paquete de cigarros. Una conoce sus gustos y costumbres. Además, en la dulcería encuentras conversaciones. Es el tú a tú y la conexión que llegas a tener con mucha gente. Tengo clientes que, más que clientes, son familia, que te cuentan sus cosas, que te consultan... En esta tienda hay mucha historia. Incluso conservo, y sigo usando, las pinzas que me dejó Carmelita para despachar los dulces. ¡No sé ni los años que puede tener!

 

- Le da mucha importancia a lo cercano...
Sí. A la humanidad, a hacer comunidad... Los lugares son especiales por la gente que transita por ellos y aquí hay conversación. En el rinconcito de la entrada, por ejemplo, se suelen poner los clientes del pueblo de Jinámar. Es muy bonito ver cuando se encuentra un cliente con otro y se paran a hablar. Ya la gente no se para a hablar en ningún sitio, vamos todos muy deprisa, pendientes del móvil. Aquí hay otro reposo, es más familiar.

 

- Usted dejó sus estudios de Empresariales y se hizo cargo de este negocio por un sentimiento de responsabilidad. ¿Le pesó alguna vez?
Yo le hice caso a mi madre y no me arrepiento. Esta tienda no es sólo el lugar en el que trabajo, es mi casa y es mi vida, aunque no viva aquí, pero son muchas horas. Y tengo recuerdos muy bonitos, entre ellos, el de mi padre, por las mañanas, sentado a mi lado. Eso me daba muchísima tranquilidad.

 

- Lleva 26 años trabajando en Jinámar, ¿el barrio ha cambiado mucho?
En estos años que llevo en la dulcería, Jinámar ha cambiado mucho. Es verdad que la esencia no, pero faltan muchas personas mayores que se nos han ido, y lo que más veo son las prisas. Hay mucha prisa.

 

- ¿La construcción de los centros comerciales y el supermercado le han afectado?
No, porque yo no pretendo ser un supermercado. Lo que sí noto es que la gente tiene menor poder adquisitivo. Y lo que sí me está afectando mucho es que los jóvenes, principalmente, no llevan dinero encima. Todo es a través de datáfonos y, así, los pequeños no podemos.

 

- ¿De dónde son los clientes que vienen a la dulcería?
La mayoría de los clientes es gente fija, de las zonas de Jinámar, Marzagán, Tafira, Santa Brígida... Con las peluquerías y los comercios de la zona también me veo beneficiada porque siempre hay alguien que acaba llegando hasta aquí, ya sea porque necesita un bolígrafo, un pan, un bocadillo, un café, preguntar por algo, dejar unas llaves que se acaban de encontrar... Cosas que parecen triviales, pero que son importantes.

 

- ¿Cuáles son los productos que más se venden?
Aparte del pan, los bocadillos. Ya casi no hay lugares en los que los hagan. También zumos y dulces. Pero lo que más, el buen pan.

 

- ¿Qué más podemos encontrar en la dulcería?
Esta tienda se distingue por tener los dulces de siempre, los productos de siempre, el pan de toda la vida... Aquí no hay pan precocinado ni congelado y siempre intento satisfacer el gusto de mis clientes. Cuando me piden algo, intento tenérselo, como el pan sin gluten. Los mejores panes de Telde están aquí.

 

- ¿Se apuesta por los productos de cercanía?
Sí. No puedo tenerlo todo, pero me gusta tener productos de aquí.  Hay gente de Valsequillo que me trae aloe vera, zumos de tuno indio... Si algún pequeño agricultor tiene excedente, me llama y me ofrece. Aquí te traigo cosas que no encuentras en otros sitios, como el queso majorero, queso semi, naranjas de Telde... Siempre intento tener productos buenos y defender lo nuestro, que son la esencia de nuestra cultura. Tiendas como ésta hacen comunidad, cosa que no hace el supermercado. Esos establecimientos dan trabajo, pero no crean comunidad. Por ejemplo, EcoDoramas me llama para decirme que tiene papas y me pregunta si quiero que me traiga, así se beneficia el que las planta, el que las consume, que paga muchísimo menos por ellas, y nuestra tierra se ve verde. Se cuida nuestro paisaje, la gente puede seguir viviendo en su pueblo, los niños ven a los animales en su entorno...


Durante el tiempo en el que realizamos la entrevista, Morales despachó a varios clientes. Todos ellos mantuvieron conversación con la teldense. La clienta más joven, una muchacha de Ingenio, contó que salía de la Academia de Inglés próxima al establecimiento. Otra señora acudió a recoger el queque de limón que dejó encargado y, de paso, se llevó un matahambre de chocolate para su hijo. También hizo acto de presencia Ramón el taxista, quien mantuvo una charla animada recordando a la abuela de Mari Pino, y un chiquillo joven que no pidió nada, sólo fue para informar de que su padre (un vecino muy querido del barrio) ya había recibido el alta y se encontraba en la casa. ¿Ves? Estas cosas no las tienes en un supermercado. Allí pasan los artículos y dicen: "Siguiente" - aseguró la hija de Pepito Morales.

 

- Háblenos un poco de los gustos de sus clientes. ¿Siguen siendo los mismos?
Antes se vendía una cantidad de dulces increíble, lo que pasa es que los gustos han cambiado. El día de San José había colas para comprar dulces y tartas. Cuando yo llegué, la Fiesta de la Concepción era una pasada. ¡Había una cantidad de puestos...! Los del algodón veían aquí a comprarme el azúcar. ¡Traíamos sacos! También botellas de aceite para las roscas. Esto ha ido decayendo de una manera brutal. Ahora la gente lo que pide es sentarse en un sitio con mesas.

 

- Los gustos cambian, pero hay cosas que permanecen...
Se conserva la relación con la Iglesia. Mantengo una gran amistad con el sacristán, Antoñito Reyes, que es una de las personas especiales que he conocido aquí. La gente viene a preguntarme por él o a dejar algo a su nombre... Es un trato muy familiar. La farmacia es la de toda la vida, la ferretería también... Me gustaría que eso no se perdiera. Sobre todo, el trato. Cuando viene un cliente y me dice que hoy no hace el almuerzo porque prefiere comerse un bocadillo mío, que están muy ricos, no sabes lo que siento, porque todo lo que hago lo hago con cariño. A mí me enseñaron: trata a los demás como quieres que a ti te traten.

 

- ¿Cuáles son los planes de futuro que tiene para la Dulcería La Concepción?
Me encantan la lectura y los libros, por lo que mi gran ilusión sería transformarla en dulcería cafetería, con mesas, y donde lo principal fuese gente que venga a leer. Que haya una tarde de lectura colectiva, traer a alguien a que comente unos libros... Aquí hay colegios e institutos y la gente está muy sola. Hay que dejar los móviles y acudir a sitios donde se hagan actos. En ese sentido, la Parroquia de Jinámar hace maravillas. La Asociación de Vecinos, con Tomás y Engracia, también está haciendo cosas muy buenas. Sería un lugar de encuentro para que los jóvenes se conozcan y donde ofrecerles alternativas.


- La dulcería tiene un horario muy amplio. Está abierta todos los días. ¿Cuenta con personal?
Al principio tuve una empleada, pero con la crisis de 2008 la tuve que poner en el paro. Le echo muchísimas horas. No es sólo el tiempo que estoy de cara al público, es que yo lo hago todo. Yo tengo que limpiar, organizar, ver fechas de caducidad, buscar productos... Pueden ser 10 horas diarias tirando por lo bajo pero, siempre, con la cabeza aquí. Te tiene que gustar mucho lo que haces y a mí me gusta mucho. Descubrí, aquí, lo mucho que me gusta este trabajo. Y me emociono al decirlo porque he pasado mucho. Mi vida está aquí dentro.

Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.48

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.