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Primera Plana

Preservar la memoria

Columna de Rafael Álvarez Gil

RAFAEL ÁLVAREZ GIL 2 Lunes, 06 de Mayo de 2024 Tiempo de lectura: Actualizada Lunes, 06 de Mayo de 2024 a las 07:00:21 horas

Lejos queda el PP que reivindicaba al republicano Manuel Azaña y otorgaba el reconocimiento a los brigadistas internacionales. Aquello fue con José María Aznar, a mediados de la década de los años noventa; practicaba entonces el ‘viaje’ al centro. Aquel modo de actuar de los populares debe recuperarlo cuanto antes Alberto Núñez Feijóo y alejarse, por tanto, del salvajismo que pivota alrededor del ‘ayusismo’ en Madrid. Todo esto lo contamina. Y aleja al gallego de La Moncloa.

 

La ONU indica que las denominadas leyes de la concordia que impulsan al alimón PP y Vox allá donde gobiernan[Img #1017475] en las comunidades autónomas, no es el camino correcto. En realidad, no hace falta que lo diga la ONU. Cuando se confunde los hechos con tal de desmontar la memoria histórica, se abre la veda. Todo esto viene precedido por las teorías conspiratorias de una parte de la derecha entusiasmada con alegar que la Guerra Civil no comenzó en 1936 sino antes y que observa equidistante a unos y otros. Olvidan a los vencidos, a los demócratas. La legalidad de la Segunda República fue abatida por el ‘golpismo’ (respaldado desde la Italia fascista) y partió pronto desde la premisa de cuestionar la legitimidad del orden democrático republicano. Y cuando se pone en entredicho la legitimidad de tu adversario, como hace en el presente parte de la derecha, suenan las alarmas. La desinformación galopante amén de la instantaneidad hace el resto.

 

Ángel Víctor Torres irá al Tribunal Constitucional si las comunidades autónomas regidas por el PP y Vox no reculan con esas leyes de la concordia que desdeñan intencionadamente que hubo vencedores y vencidos. Que la democracia fue derrocada para implementar una dictadura que duró décadas. Torres, como ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, tratará primero de dialogar desde la lealtad institucional con estos gobiernos autonómicos. Pero, si es pertinente, irá al Alto Tribunal.

 

Paradójicamente, transitar la senda de blanqueo que supone esas leyes de la concordia donde el fascismo no es tal (así intentan venderlo) es, a la vez, una crítica por carambola de necesidad y oportunidad de la Transición. Cuanto más merme Vox (y el PP si le acompaña) la historia republicana de la década de los años treinta del siglo pasado, más socava el abrazo fraternal setentero hacia la monarquía parlamentaria como espacio común liberador de las dos Españas. Si el fascismo del periodo de entreguerras europeo no es fascismo, si lo de 1936 no es un golpe de Estado y si el nazismo no fue tal, según ciertos actores de la derecha, menos se sostiene el aperturismo de la Transición y el mérito de Juan Carlos I en aras de lograr ese espacio compartido democratizador que laminara ese maldito pasado que truncó la democracia republicana. Juegan con fuego.

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