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Martes, 02 de Diciembre de 2025

Actualizada Martes, 02 de Diciembre de 2025 a las 09:37:03 horas

In memoriam

Agradecimiento en recuerdo a Carmelo Santana Peña

Su esposa e hijos recuerdan al exportador teldense fallecido días atrás

TELDEACTUALIDAD/Telde Jueves, 02 de Mayo de 2024 Tiempo de lectura: Actualizada Jueves, 02 de Mayo de 2024 a las 09:08:56 horas

Puede que, para muchos, la fecha del 22 de abril no sea más que la de un lunes de final de mes. Tal vez, para otros, puede ser recordada por el auténtico aniversario de la muerte de Cervantes. Y, quizá, para la gran mayoría será la víspera al Día del Libro. Sea por lo que sea, la inmensa mayoría debe creer que apenas pasaron cosas desde entonces, sobre todo dada su cercanía. Sin embargo, para nosotros, la familia Santana Hernández, la vida ha dado un giro de 360 grados y hemos experimentado todo tipo de emociones, entre las que destacan el dolor, la paz, la añoranza, y, sobre todo, el amor. También, por supuesto, alguna que otra sonrisa, al recordar miles de historias y momentos inolvidables. En todos ellos con nuestro marido y padre como protagonista.

 

Te despiertas y crees que todo ha sido una pesadilla. Sales de la cama con cierta cautela, deseando escuchar su voz, siempre feliz y optimista, desde la primera hora de la mañana. Abres las cortinas y ves nubes, porque, ya a pocas horas antes de su marcha, los días comenzaron con lluvia, muy al estilo de su querido Londres. Te detienes y te das cuenta de que todo es real, demasiado. Incluso piensas en su última morada, la habitación 221. Curioso que sea el mismo número que la casa de Sherlock Holmes, en Baker Street, y que tanto le gustaba. Todo recuerda a él. Cada rincón de nuestra casa. Nada se salva de momentos especiales llenos de felicidad y generosidad. Enseñanzas y vivencias que nos han marcado y nos hacen sentir tremendamente afortunados. Su “All in the mind” resuena por todos lados. Al igual que frases como “donde no hay beneficio, la perdida es segura”, “siempre, p’alante” o los acordes de su canción favorita: ‘Venecia sin ti’. Del mismo modo, no hace falta cerrar los ojos para verlo bromeando, disfrazándose de lo primero que encontraba, tocando el timple o bailando cualquier canción que le pusiéramos, por muy moderna que fuera, y por muy poco que le gustara. Y es que se adaptaba a todo y a todos. Pocas personas han sido tan capaces de desentrañar a la especie humana como él. De eso no tenemos la menor duda, ya que, a nuestras edades, nos hemos tropezado con todo tipo de personas, y, como él, contados con la palma de la mano. En realidad, nadie, pero nos tacharían de poco objetivos, así que mejor ampliamos el abanico de posibilidades.

 

Sales a la calle y los vecinos te paran. Todos con delicadeza y profundo respeto te dan sus condolencias. Cuesta mantener el tipo, pero hay algo, quizá su inquebrantable optimismo, que te hace no venirte abajo, sino sonreír. Por algo esa era su seña de identidad. Y te das cuenta de que la gente lo apreciaba de verdad, con ternura. De ahí estas líneas, que tienen por objeto hacer lo que tan bien nos enseñó: dar las gracias.

 

Gracias a tantas y tantas personas que nos acompañaron en el tanatorio, en el cementerio, en la Misa Funeral (imposible obviar las hermosas palabras del sacerdote don José), a los medios de comunicación que, gentilmente, contaron con sumo respeto y tacto lo sucedido, a quiénes nos llaman por teléfono desde sitios tan dispares como Reino Unido, Noruega o Alemania, o que nos paran por la calle para transmitirnos lo que sienten. Gracias por las anécdotas que nos cuentan, muchas de ellas desconocidas por nosotros, en las que se comprueba una vez más lo generoso, humilde y honrado que era. Gracias por eso y más.

 

Gracias, porque ahora, cada día que nos levantamos, lo hacemos sintiéndonos afortunados y teniendo meridianamente claro que nos toca hacer justicia a su recuerdo y su ejemplar vida, comportándonos con la pulcritud, delicadeza, ternura, humildad, bondad y generosidad que le caracterizaban.    

 

Y a ti, marido, padre, amigo y maestro, gracias. Por hacer de este mundo un lugar mejor, y que tú y tu recuerdo estén en cada rincón de nuestras vidas por y para siempre.   

 

Tu mujer, Mari Luz, y tus hijos (Pepe, Carmelo Juan, y Christian).

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