
El Primero de Mayo tiene que servir no solo de conmemoración y jornada festiva sino de recordatorio oportuno de que los derechos laborales fueron conquistados, que nadie los regaló. Que costaron esfuerzos múltiples, numerosas vidas. Si perdemos esto de perspectiva, nada tiene sentido. Sin esto no hay democracia. Esta no acaba en la puerta de la fábrica y de la oficina. Sin expansión de derechos no hay expansión democrática. Una cosa lleva a la otra.
Comisiones Obreras es un sindicato sociopolítico. Es un sindicato de clase. No solo le atañe lo que sucede en cada convenio colectivo y las condiciones de cada empresa sino que le preocupa (y pelea cívicamente) lo que nos concierne a todos: cesta de la compra, listas de espera sanitaria, educación pública… Todo lo que conforma el Estado del Bienestar interpela directamente a Comisiones Obreras, al sindicalismo de clase.
Los sindicatos corporativistas, los que se ciñen a un sector exclusivo y rehúye del resto del tejido laboral, no crecen cuando vienen mal dadas. Ir a lo próximo obviando al resto, no acaba bien. La realidad se impone. Incluso, los agoreros que lanzaron mensajes antisindicales desde diversas terminales mediáticas tras la Gran Recesión de 2008 y al calor del ‘austericidio’, no han logrado su objetivo. El sindicalismo de clase está fuerte, con vocación de avanzar y seguir conquistando derechos. Porque el sindicalismo ostenta una naturaleza de legado intergeneracional.
Comisiones Obreras atesora alrededor de un millón de afiliadas y afiliados. Hoy se comprobará su vigor en las calles de distintos puntos geográficos del Estado. Se hará oír con reivindicaciones permanentes y nuevas a favor de la clase trabajadora. Ante la melancolía y el derrotismo interesado, rugidos colectivos desde la conciencia de clase. El neoliberalismo ha fomentado el individualismo con la intención de mermar todas las referencias y lazos colectivos. Cuando esto sucede, irrumpe el egoísmo y comienza el declive sindical y, por ende, democrático. Las adversidades socioeconómicas vigentes en medio mundo contrastan con la ficticia riqueza previa a la crisis financiera de 2008. La borrachera neoliberal no ha podido con todo.
Hoy, Primero de Mayo, es momento de reivindicar. Mañana, durante la rutina, cuando entren en una escuela u hospital público y le hagan una prueba o intervención sin coste alguno (al margen del pago de los impuestos con carácter progresivo) será gracias al sindicalismo histórico y actual, a la democracia en definitiva. Derechos que hubo que alcanzar para que ahora los disfrutemos. Nunca lo olvidemos. Que viva la causa de la clase trabajadora.
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