
Pedro Sánchez se ata a la legislatura. Esta durará más o menos, podrá o no resistir hasta 2027, pero él ya queda sujeto a la misma. Tenía una salida a modo de bote salvavidas basada en dos claves fundamentales. Primera, ahora Carles Puigdemont hubiese facilitado un recambio en la Presidencia en la necesaria sesión de investidura; está en curso la tramitación parlamentaria de la ley de amnistía. A partir de otoño, está por ver que el catalán accediese. Sobre todo, desde que haya que ir aprobando los distintos Presupuestos Generales del Estado, los primeros serán los de 2025. Segunda, los comicios europeos a principios de junio y la conformación de los órganos comunitarios brindaban a Sánchez la pista de aterrizaje perfecta para ocupar el puesto que desease. Su condición de líder de los socialistas europeos es patente de corso.
El presidente del Gobierno tiene que hacerse cargo de la situación emocional y ánimo de la sociedad. No la ciudadanía de la del jefe del Ejecutivo. Sánchez ha sido sincero, fue un desahogo. La misiva era un impulso. Pero se le ha ido de las manos. Un presidente del Gobierno no es el gerente de la ferretería de la esquina ni una doctora. Es persona, faltaría más, pero el lado humano está condicionado por la política y las relaciones de poder. ¿Se imaginan que en un estado de guerra desde La Moncloa el jefe del Ejecutivo hubiese pedido cinco días de reflexión? No es oportuno. El presidente es el capitán del barco y, por tanto, el último en abandonarlo. Y, si me permiten la licencia, se hunde con el mismo si es preciso.
La declaración institucional de Sánchez este lunes necesita una segunda. ¿Cómo va a plasmar la ofensiva del PSOE? Tiene la justicia y la política territorial (léase Cataluña, entiéndase la plurinacionalidad) como retos pendientes. Este paréntesis no sirve para volver a lo de antes. Sería síntoma de estancamiento. Si pasa a la ofensiva, lo tiene que hacer de verdad. De lo contrario, Sánchez ya se habrá ido mentalmente de La Moncloa aunque físicamente siga ahí. Pasos rápidos ante lo que se le viene encima, y no es fácil.
Un PSOE sistémico no valdrá para contener el contraataque que ejercerá PP y Vox. Tiene que ser un PSOE más nuevo del que él vendió cuando finiquitó el ‘felipismo’ en las primarias frente a Susana Díaz. Si Sánchez se ciñe a la declaración institucional y a continuar gobernando sin más, no habrá entendido el alcance de esta maniobra (aunque no fuese buscada) que ha desconcertado a todos. Pasar página implica, en este caso, acometer (en serio) la ofensiva. Si no es así, aflorará irremediablemente su debilidad presidencial.

























Olga Maria Rivero Santana | Martes, 30 de Abril de 2024 a las 11:12:55 horas
¿De verdad piensan que alguien se creyó este paripé? ¡Es de vergüenza el grotesci espectáculo que ya, hasta nivel international, está dando éste pesonaje, encima presidente de nuestro país! Lo más lamentable, el peligroso y sucio juego de querer enfrentar (otra vez) al pueblo. Es al pueblo, a toda la ciudadanía a la que le pido cordura, verdadera memoria, para no caer en éste macabro juego del enfrentamiento que unos y otros utiluzan. Las leyes, los jueves y los medios de comunicación libres, tienen un papel fundamental, que deben cuidar y ejercerlo sin ningún condiciionamiento. No es lo mismo luchar o acabar con los bulos, que querer acallar las noticias e informaciones que ",les molesten" al poder de turno.
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