
Hace meses que prosigue el genocidio de Israel contra Palestina en la franja de Gaza. Un tiempo dantesco en el que la injusticia se ceba con los más débiles y el desenfreno de la borrachera de la soberbia hace de las suyas. Las denuncias públicas, tanto institucionales como de las sociedades respectivas, proliferan; con la excepción de Estados Unidos en los que tan solo reluce la protesta joven y estudiantil en los campus universitarios. La matanza continúa y nadie es capaz de detenerla. Qué impotencia.
Y eso es lo que más ahonda en el desaliento de los pueblos por la paz: ¿por qué nadie hace realmente nada que sea eficaz para frenar a Benjamín Netanyahu? Mientras la Administración Biden lanza algo de comida en la franja de Gaza, por otro lado sigue vendiendo armamento a Israel. Y así tantas inconsistencias se suman. Aún España no ha reconocido el Estado de Palestina, pendientes ahora de la situación de interinidad que se ha abierto. ¿Qué tiene que suceder para que irrumpan las soluciones pacificadoras? Si ante un genocidio no se reacciona a tiempo en pos del Derecho Internacional, qué tiene que acontecer para que alguien con poder haga algo.
La impotencia se acumula. En Gaza muchos se preguntarán por qué no han sido asesinados antes para evitarse semejante dolor padecido por ellos y los suyos. Algo así reflexionaron los supervivientes de los campos de concentración nazi: ¿por qué estoy vivo a diferencia de los demás? Una carga de culpa (indebida) asoma en la conciencia.
La deshumanización del pueblo palestino por parte de Israel es un drama de largo recorrido que siembra dolor y venganza por varias generaciones. El calendario avanza, la vida sigue, y mientras la monotonía preside el ajetreo de las ciudades, en Palestina asistimos a un genocidio, limpieza étnica o llámenlo como deseen. Pero cuando ocurre algo así, un genocidio, no hace falta grandes investigaciones ni reproducir pesquisas jurídicas para detectarlo. El genocidio es como es, se perpetra y no hay que ir más allá para llamarlo por su nombre.
La Unión Europea ha ido a remolque de la Administración Biden. Sin capacidad de maniobrar para arrastrar a Estados Unidos a un compromiso efectivo de paz que detenga a Benjamín Netanyahu, las relaciones internacionales se nos presentan como un dislate en el que ya nadie entiende nada. Lo que hoy duele en Palestina, mañana podrá atenazar en otras latitudes. ¿Para qué sirve la política?
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.19