
Hoy se cumplen 50 años de la revolución de los Claveles. Un golpe de Estado propiciado por oficiales del ejército portugués (tenientes, capitanes) que, de una sentada, el 25 de abril de 1974 derribaron el ‘salazarismo’; ya con Marcelo Caetano como sucesor ejerciendo de dictador. Las guerras coloniales que Portugal mantenía en África (Angola, Guinea y Mozambique) no tenía sentido para una otrora potencia que hacía tiempo había dejado de serlo. De hecho, la España de Francisco Franco y el Portugal de António de Oliveira Salazar eran las dos excepciones autoritarias que resistieron aisladas (hasta cierto punto) tras la Segunda Guerra Mundial. Solo el anticomunismo les permitió oxigenarse a ambas dictaduras tras la caída fascista de Berlín, Roma y Tokio. Los republicanos que habían perdido en 1939, resistencia europea mediante, volvieron a saborear la amarga derrota en 1945 al ver que los aliados se desentendían de España.
La entrada de Portugal en democracia fue mediante la ruptura. A diferencia de España donde el posibilismo se plasmó en una Transición que, a fin de cuentas, supuso un pacto entre desiguales. Lo llamativo es que solo de un tiempo a esta parte se ha entrado a debatir, fruto de la crisis del bipartidismo en España, las implicaciones que conllevó a medio y largo plazo el origen distinto de una democracia y de la otra respectivamente. A buen seguro, el empezar de cero, sin hipotecas del pasado, intensificó el proceso democratizador; al margen de que en la última década la democracia representativa ‘per se’ esté en crisis a ambos lados del Atlántico producto de populismos de toda laya.
La versión modelo de la revolución de los Claveles está escenificada en la película ‘Capitanes de abril’ (2000). Un largometraje al uso, correcto, bien ambientado, que narra los acontecimientos en esa madrugada en la que sonó en la radio el tema ‘Grândola, vila morena’ que fue la señal pactada que dio comienzo a los movimientos militares.
El franquismo temió que en Madrid sucediese algo parecido. Aunque apenas había inquietudes democratizadoras dentro del ejército, con la excepción de la Unión Militar Democrática (UMD). Pero ya se sabe que el miedo no se mide muchas veces por su realidad sino por su apariencia que proyecta. Y en la izquierda opositora a la dictadura de Franco, cundía el desánimo del golpismo de Augusto Pinochet contra Salvador Allende en Chile en 1973. El contexto geopolítico de Guerra Fría tuvo su influencia en la Transición española. Eso sí, la apertura democrática en Portugal no tuvo que sortear cortapisas del poder institucional. Enseguida dejó de ser un golpe de Estado para erigirse en una victoria popular en la calle. Y hoy se conmemora.
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