Yeray Oliva prefiere no mostrar su imagen. Porta parte de la documentación del expediente de su madre/Arcadio SuárezYeray Oliva Monzón, vecino de Telde, se encuentra en una angustiosa situación. Su madre, afectada por el alzhéimer, ve cómo su enfermedad avanza mientras la ayuda prometida por ley tarda años en llegar. Casi cuatro años de peregrinaje por la burocracia le han dejado exhausto, desesperado y solo en su lucha por brindarle la atención necesaria.
El drama de Yeray se acentúa con el tiempo. Su madre, víctima de un alzhéimer en estado moderado-severo, requiere atención constante las 24 horas del día. Sin embargo, la asistencia prometida por el Gobierno canario llega tarde, demasiado tarde. Las largas esperas entre las evaluaciones y las propuestas de ayuda han hecho que el estado de su madre empeore, elevando su grado de dependencia y dejándola desatendida, según publica Canarias7.
La situación se torna aún más frustrante cuando se descubre que la valoración inicial de la trabajadora social, realizada en mayo de 2023, fue incompleta y carente de los informes médicos actualizados, lo que llevó a una resolución inadecuada en octubre del mismo año. Incluso la propuesta de Programa Individual de Atención (PIA), realizada posteriormente, se vio afectada por los retrasos y la falta de información adecuada.
Ahora, Yeray se ve obligado a iniciar nuevamente el proceso, casi cuatro años después de haber comenzado su odisea. La impotencia y el abandono que siente ante la ineficacia del sistema lo han llevado a tomar la decisión de llevar su caso a los tribunales, en busca de justicia para su madre y para él mismo.
El sacrificio personal de Yeray, quien abandonó su carrera profesional para cuidar de su madre, se ve exacerbado por la falta de apoyo y la desesperante burocracia. Atrás quedaron los ahorros y la estabilidad emocional. La lucha por la supervivencia y la atención adecuada para su madre ha agotado sus recursos físicos y mentales, dejándolo solo y desamparado frente a una enfermedad implacable y un sistema indiferente.
El caso de Yeray es una dolorosa muestra de las deficiencias del sistema de asistencia a la dependencia y la necesidad urgente de reformas que agilicen y mejoren el acceso a los servicios necesarios para aquellos que más lo necesitan. Su lucha por su madre es también la lucha de muchos otros en situaciones similares, que enfrentan la misma desesperación y abandono en su búsqueda de ayuda y compasión.

























Yerayaom | Domingo, 03 de Marzo de 2024 a las 17:40:41 horas
Muchas gracias a Arcadio, a Gaumet y a Teldeactualidad por darle visibilidad a la situación que estoy viviendo y que por desgracia afecta a muchísimas familias. Gracias también a Olga y Elia por sus comentarios, con los que estoy completamente de acuerdo.
Necesitaría horas para poder describir todo lo que hemos pasado, lo que hemos sentido y lo que hemos y seguimos sufriendo mi madre y yo debido a la incompetencia, las malas praxis y a mi juicio una deliberada intención por parte de las distintas administraciones de alargar todos estos procesos incumpliendo todos los plazos establecidos por la ley sin ningún tipo de consecuencias para ellos, pero sí para todas las personas dependientes, sus cuidadores y familiares, entre los que nos encontramos.
No les da vergüenza, ni sienten ningún tipo de pudor por ser unos completos incompetentes (En muchos casos) y mucho menos les importamos más allá de los periodos electorales. Si a eso le sumamos funcionariado desmotivado, en muchos casos, siguiendo directrices en contra de sus principios morales y éticos y también hay que decirlo, algunos que no deberían ocupar los puestos que ocupan (Pero como no se sanciona y no se hace nada, tenemos funcionarios intocables y muchas veces encima, a los que quieren hacer las cosas bien son a los que se acosa laboralmente). Resultado: Las instituciones que tenemos y que funcionan como funcionan mientras los problemas sociales lejos de solucionarse siguen haciendo una herida cada vez más sangrante en nuestra tierra.
Estado de bienestar, bonita utopía y en Canarias aun más.
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