
Un fantasma recorrerá el Parlamento los próximos meses o años. Pedro Sánchez resistirá contra viento y marea, entiéndase mayoría insuficiente y dependencia hacia Carles Puigdemont, mientras un enigma político-judicial pasea por los pasillos del Congreso de los Diputados. Era previsible que José Luis Ábalos no dimitiese; es un profesional de la política, maestro de escasa trayectoria, que ha ido escalando en el partido personificando a la perfección la figura de ‘apparátchik’. De estos los hay a raudales por toda la geografía en el PSOE y el PP, que son siglas de cultura de poder dado el bipartidismo dinástico y sistémico que protagonizan, y son uno de los factores que ha provocado la ausencia de regeneración interna socialista y el distanciamiento de la sociedad hacia sus votantes.
Ábalos defiende su inocencia. Y es verdad que, por ahora, no aparece
su nombre en los documentos judiciales. Otra cosa es la responsabilidad política o culpa ‘in vigilando’ del exministro de Fomento que tuvo al del caso Koldo haciendo y deshaciendo a su antojo en las altas esferas mientras el patrimonio supuestamente se enriquecía a costa de comisiones y mordidas al erario público.
Sánchez no puede permitirse ni un minúsculo caso de corrupción porque precisamente fue una sentencia contra el PP la que provocó en 2018 registrar la moción de censura a Mariano Rajoy que aupó al socialista hasta La Moncloa. Si ocurriese ahora algo similar, en detrimento del PSOE, Puigdemont tendría la excusa perfecta para investir como jefe del Ejecutivo a Alberto Núñez Feijóo; a cambio de indultos/aministía, evidentemente. Y entonces, llegado el momento de la verdad, Vox se abstendría a favor del gallego. Habría otro cambio de Gobierno (totalmente legítimo) sin necesidad de disolver las Cortes Generales e ir a la cita con las urnas.
El PP se frota las manos cuanto más tiempo esté Ábalos en la Cámara Baja. El exsecretario de Organización del PSOE, el que componía las listas y se le ponían firmes por teléfono los burócratas del aparato, cae al ostracismo del ‘sanchismo’. Y cuanto más se enquiste esta situación a la par que conozcamos más detalles del caso Koldo, Feijóo saborea el nuevo escenario.
Ábalos estará en el Grupo Mixto. Pero seguirá en el Congreso de los Diputados. Y eso significa fotografía e imagen permanente. Y su soledad en el escaño. La indiferencia inclemente de los suyos. Mucha chicha para alimentar a la opinión pública. Sánchez necesitaba, en todo caso, aunque fuese más papista que el papa, que Ábalos renunciara. Que fuese un mártir. Pero él no se desprende de una magnífica remuneración económica por cuatro años. El sueldo del sobre Nescafé no toca todos los días.






















Eduardo Rey | Jueves, 29 de Febrero de 2024 a las 08:05:52 horas
CORRUPCIÓN. Esa palabra tan temida por los partidos políticos y los ciudadanos. Esa palabra utilizada para modificar la posición de la fichas en el tablero de "ajedrez". Casi siempre relacionada con el robo de dinero público. Al señor Ábalos, su propio partido, le reprocha su responsabilidad política o culpa "in vigilando" por el caso Koldo (Dinero). Pero me pregunto ¿porqué esta misma culpa "in vigilando" no se le exige a Marlasca por la MUERTE de los dos Guardia Civiles? Es que, aún cuando Ábalos hubiera estado implicado (de momento no está acusado por la justicia) ¿Qué es más grave? la sospecha de haberse lucrado con dinero público (que lo sería) o tener la responsabilidad política del homicidio de dos personas, dos servidores públicos. El caso Koldo le ha venido muy bien a Marlasca (el ministro es caza mayor). Desvía la atención mediática de un hecho gravísimo hacia uno grave, pero probablemente, de demostrarse la inocencia de Ábalos, sin mayores consecuencias. Se pierde un peón, se salva a "la reina".
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